Pregunta para Congreso de los diputados

¿Cómo se dejan agotar, sin renovar, los contratos de miles de profesionales que hemos estado trabajando durante los dos años de pandemia? ¡Seguimos siendo necesarios/as!

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Soy auxiliar de enfermería y hace unos días contaba en mis redes sociales un momento de una noche en el hospital: María estaba pasando una mala noche, inquieta, nerviosa, llamando cada 20-25 minutos al timbre. Cambio de pañal, acomodar la cama, nada la calmaba. En una de las veces que fui a atenderla me dijo, “no tengo dolor, tengo miedo”. “¡Ay, María! miedo por qué?”, le contesté yo. “Me da miedo el hospital tan solo de noche”. A lo que le contesté medio en broma que a mí también me dan algo de miedo los pasillos del hospital de noche y nos quedamos sentadas ahí, en su cama, hablando y tomando una tila y una manzanilla.

El tweet es muy bonito, pero no es ni mucho menos lo que vivimos en nuestro día a día los/las trabajadores/as sociosanitarios/as. A veces hay necesidades más allá de un aseo o una medicación, que somos incapaces de poder responder por la carga de trabajo y tener un ratio de pacientes tan sobrepasado. No tenemos tiempo de asear, cambiar pañales, atender las necesidades y emociones en el tiempo que nos dan, y no nos damos cuenta de esto hasta que tenemos a un/a familiar durante 20 minutos llamando al timbre sin que nadie pueda llegar a responder. Vamos haciendo lo que podemos durante nuestro turno y esforzándonos para que nadie se quede sin su trato y cuidado digno. Ojalá poder sentarnos con los pacientes, que muchas veces necesitan ser escuchados, pero quién depende esto, no conoce a María, ni su miedo y sus necesidades. Ni a María, ni a muchísimos otros tantos.

Por eso, con esta petición me dirijo a los/las políticos/as del Congreso de los Diputados.

A las condiciones y carga de trabajo se le suma la inestabilidad laboral que sufrimos las personas de este sector. He ido encadenando contratos, uno de 3 días, 18 días, una baja hasta noviembre, las navidades en Cádiz, 10 días en Sevilla…

Durante los dos últimos años de pandemia, se nos ha dicho que éramos necesarios/as, la sociedad se ha concienciado de que la sanidad pública es importante. A pesar de esto, de los 12.000 contratos que se hicieron al inicio de la pandemia, la Consejería de Sanidad ha renovado unos 8.000. A muchos/as nos han echado a la calle el 31 de marzo y el 30 de abril serán otros/as muchos/as más. Aun así, los servicios se tendrán que seguir dando - con muchas menos personas - teniendo las mismas horas disponibles y el doble de trabajo. 

Los datos oficiales de listas de espera dibujan un panorama complicado, por el volumen de personas que aguardan una cirugía, una prueba diagnóstica o una primera consulta con su especialista. Por poner un ejemplo, había 90.586 pacientes esperando una operación en febrero de 2022, el último dato conocido. Esto es insostenible.

Con este panorama, no entiendo cómo se dejan agotar, sin renovar, los contratos de miles de profesionales que hemos estado trabajando en hospitales o centros de Atención Primaria. Hay medios para responder a esta situación, porque muchas personas queremos trabajar y se está viendo que no falta trabajo. Yo soy auxiliar y me encanta mi trabajo, pero no podemos confundir disfrutar de la vocación con aceptar la precarización. Ahora tengo que estar - como muchos/as otros/as- pegada a un teléfono todo el día, agobiadas, para ver si me llaman para trabajar.

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