Pregunta para Congreso de la República de Colombia
Los niños indígenas sufren por un mal sistema de salud ¿Cuándo se le garantizará a esta población tener acceso a un sistema de salud digno?
Hola, soy Nadia Valentina Rincón Williams, abogada de profesión y proveniente de Mitú Vaupés (Amazonía Colombiana). Mi propósito ha sido brindar ayuda a la población étnica del territorio. Aunque esta población enfrenta múltiples problemáticas, la salud ha sido uno de los más grandes.
En distintos territorios, como los llamados antiguos Territorios Nacionales, solo se cuenta con servicio de salud de primer nivel. Es el caso de Mitú que, siendo una capital departamental, no cuenta con una atención adecuada y completa en la prestación de los servicios de distintas especialidades, haciendo que las EPS se ven obligadas a trasladar a los pacientes a otras ciudades, como Villavicencio o Bogotá, contratando los servicios de los “ALBERGUES”.
Estos traslados fuera del territorio traen muchos problemas, pero los niños son los más perjudicados. Por una parte, los menores se enfrentan al abandono parcial ya que cuando alguien es trasladado es obligado a venir con un acompañante, que usualmente es la pareja, lo que hace que los niños en territorio queden a manos de abuelitos o conocidos.
Por ejemplo, en medio de la pandemia, acompañé el caso de una mujer cuyo bebé de 8 meses, había sido operado a corazón abierto en Bogotá, ella tuvo que dejar a sus 3 niñas, todas menores de 15 años en distintas casas con conocidos, porque no contaba con nadie más. Cuando la escases de alimentos golpeó Mitú, las familias sacaron a las niñas a la calle por no poder darles de comer.
La mujer, desesperada, quería renunciar al albergue en Bogotá y volver caminando para reencontrarse con sus hijas. Buscaron ayuda con los representantes a la Cámara, en la Gobernación, la Alcaldía y todas las entidades, pero nadie les ayudó. Al final, pudimos presentar una tutela por medio de la Personería de Bogotá y alrededor de 150 personas volvieron a sus territorios en un vuelo humanitario.
Otro inconveniente es cuando es el niño quien tiene que ser trasladado. Junto con su acompañante, usualmente la madre, son sacados de su contexto a comer comida nueva para ellos, en ocasiones los enferma en un clima muy distinto y ciudades caóticas que no conocen.
Los niños son propensos a sufrir de depresión infantil ya que los albergues no tienen las condiciones para alojar menores de edad y los menores son sometidos a un ambiente completamente distinto qué les genera ansiedad y no cuentan ni siquiera con comida familiar. Por ejemplo, en la pandemia, un niño de 5 años dejó de comer y solo lloraba pidiendo ser retornado.
Ya en las ciudades, muchas veces los albergues omiten su obligación de transportarlos a los centros médicos, haciendo que estás mujeres caminen largas distancias con niños que apenas caminan o que aún deben ser cargados. Como el caso de una mujer cuya bebé de 8 meses fue operada del corazón y debía ser cargada hasta el centro médico a falta de transporte, al volver al albergue ninguna de las dos recibió alimento por no estar a la hora que este era repartido.
Por lo general, las estadías de los indígenas en las ciudades son por tiempos indeterminados debido a que la parte administrativa (como aprobación de medicamentos y procedimientos) sigue siendo en sus ciudades de origen, por lo que pueden pasar semanas esperando dicha aprobación. Ya que no hay control estricto de los procesos de retorno a sus territorios, pasan meses esperando por un cupo en el transporte.
Esta situación se ha prestado para que pacientes o acompañantes lleguen a durar más tiempo del debido habiendo terminado sus tratamientos. Se ha sabido de casos de indígenas que han llegado a durar uno o dos años en albergues sin tener tratamientos pendientes o en algunos casos habiendo fallecido el paciente, no retornan al acompañante.
Dicha situación ha conllevado a que tanto pacientes como acompañantes se vean obligados a salir a la ciudad a trabajar para comprar elementos básicos como pañales, y muchas veces terminan como servicio doméstico o rebuscando en las calles.
En el peor de los casos, cuando un paciente fallece, no hay garantía del retorno del acompañante o del cuerpo del fallecido, muchas veces son enterrados como NN. Es el caso de una madre que acompañe ya qué tras 8 días del fallecimiento de su bebe de 7 meses en Bogotá, ella no sabía cómo volver a su territorio ni como llevar el cuerpo de su bebé para hacerle un entierro de acuerdo a sus costumbres.
Es indignante ver el trato indiferente hacia la población étnica al no dárseles garantías básicas del servicio a la salud con dignidad.
El Estado debe generar un enfoqué diferencial étnico para la atención de estas poblaciones además de hacer una inversión en infraestructura sanitaria que permita que, al menos, todas las capitales departamentales cuenten con centros médicos tercer nivel para evitar al máximo los traslados que perjudican a todos, pero en especial a los niños.
Pido tu ayuda, apoyando y difundiendo esta petición para conseguir 350 firmas en osoigo.com y que así las voces de nuestros indígenas y los niños sean escuchadas y por fin se respeten y garanticen sus derechos.
Aldeas Infantiles SOS patrocina esta petición. En nuestra organización buscamos fortalecer las capacidades de las familias para la protección, cuidado y crianza de las niñas y los niños y apoyar a los jóvenes que han perdido el cuidado de sus familias y ahora están en proceso de independización para que logren sus metas. Conoce más de nuestra labor en www.aldeasinfantiles.org.co