Es necesario que se amplíe el rango de edad en las campañas de detección de cáncer de mama y se investigue más en los tratamientos. ¡Más investigación para más vida!
Me llamo Yolanda, tengo 36 años y tengo cáncer de mama metastásico.
Mi historia comienza a finales del año pasado, cuando me detecto un bulto en un pecho. Pedí cita urgente en el médico y ya comenzó todo el protocolo de pruebas médicas. Lo primero que me comentaron fue “no te preocupes, eres muy joven, esto no tiene por qué ser malo”. Pero yo sabía que eso no era bueno.
Comenzamos con todo tipo de pruebas, mamografías, ecografías, biopsias… Con tantas pruebas piensas que algo pasa, esto no es bueno. Me dieron el diagnóstico a finales de año. Cáncer de mama en ambos pechos, el bulto en el izquierdo y un pequeño foco en el derecho que aún era muy pequeño.
En mi caso, había dos opciones: una tumorectomía, quitar sólo las partes dónde se encontraba el tumor, o una mastectomía bilateral completa preventiva, quitar el pecho al completo. En ese momento, no lo dude, “todo fuera, no quiero estar preocupada en el futuro por si puede volver a pasar”
En enero me operaron, fue un proceso muy rápido. Mi postoperatorio fue bien, aunque mi brazo izquierdo quedo bastante afectado y perdí bastante movilidad, ya que me hicieron una linfadenectomía, dónde extraen ganglios linfáticos para ver si los ganglios tienen células cancerígenas. En mi caso había uno afectado.
A partir de la operación, comienzan las pruebas de cribaje para ver si hay alguna zona más afectada. En un TAC vieron algo raro en el hígado. Pensaron que era un principio de cirrosis. Al tener un ganglio afectado, por prevención me iban a dar 6 sesiones de quimioterapia y radioterapia y “estaba limpia”.
Cuando pase por oncología médica y la oncóloga ve la analítica del hígado empieza a preocuparse. Y comienzan a hacerme más pruebas. A finales de marzo, ya tenía los resultados, metástasis en el hígado. En ese momento mis palabras fueron: “me estoy muriendo”.
Ahora ya cambiaba todo, el tratamiento, mi esperanza de vida, la complejidad de la enfermedad, ya no estaba “limpia”, sino todo lo contrario, la enfermedad ya no tenía cura, sólo tratamiento para controlar y reducir. Comencé en ese mismo momento con el tratamiento, no podía perder tiempo. Cada día que le ganas a la enfermedad, es un día más, no tenía tiempo que perder. Cada día que me ponen quimioterapia e inmunoterapia, es un día que le estoy ganando al cáncer y a la vida, es un día que tengo que celebrar.
Cada vez son más personas jóvenes a las que se les diagnostica cáncer de mama y cáncer de mama metastásico, por lo que me gustaría reivindicar que es necesario que se amplíe el rango de edad en las campañas de detección precoz de cáncer de mama, incluyendo a mujeres de 25 años en adelante. ¡CON UNA MAMOGRAFIA PODEMOS SALVAR VIDAS!
También es importante incidir en las campañas de autoexploración de mama. Hay que insistir a la gente joven que se explore, que se enseñe a hacerlo lanzando campañas de autoexploración enfocadas a gente joven, mentalizar a los jóvenes que por ser joven, no estás exento de tener cáncer.
Quiero hacer hincapié también en los tratamientos. Aunque una enfermedad no tenga cura, la puedes tratar para poder ampliar la esperanza de vida de las personas que la padecen. Hay que mover más líneas de investigación y más tratamientos, es lo que da la vida. Si no funciona un tratamiento debes tener otras alternativas. Y, por supuesto, trabajar en los efectos secundarios de los tratamientos para mejorar la calidad de vida de los pacientes oncológicos.
¡Más investigación para más vida! ¡Más investigación para mejorar la calidad de vida de los pacientes oncológicos!