Mi nombre es Zaira y soy la madre de Emma, una niña de siete años que padece una cardiopatía congénita que le hace pertenecer al grupo de máximo riesgo mortal ante el coronavirus a pesar de su corta edad, algo que ha supuesto que lleve estudiando en casa desde hace casi un año. ¿Hay alguien que esté pensado en una solución para los niños como Emma?.

La enfermedad de mi hija nunca le había supuesto demasiadas complicaciones a la hora de ir al colegio, practicar deporte o relacionarse con el resto de niños de su edad. Todo cambió con el inicio de la pandemia que, como a todos, nos pilló por sorpresa y cambió su vida por completo.

Desde Marzo del año pasado la vida social de mi hija se ha reducido drásticamente, teniendo trato solamente conmigo, mi marido y su hermana, a la que ve cada quince días. Su cardiopatía le impide ir al colegio junto con sus compañeros sin poner en riesgo su vida, por eso comenzó el curso estudiando en casa y no sabemos cuánto tiempo esto continuará así.

Después de muchísimos trámites burocráticos conseguimos que una profesora acuda varias veces por semana a a casa para impartir las materias esenciales a Emma. A cambio está perdiendo unos años claves en su desarrollo a nivel emocional y social que no sabremos cómo podrán repercutir en su futuro.

Parece que la cura para este virus a través de fármacos o vacunas puede estar cerca para las personas mayores. ¿Pero hay alguien pensando en casos como el de mi hija? cientos de niños están esperando una solución que no parece tener fecha de llegada.

Quiero dirigir esta campaña a la Asamblea de Extremadura para preguntarle a sus políticos qué plan hay para que mi hija pueda volver a la normalidad cuanto antes y dejar de perder sus años de infancia para desarrollarse adecuadamente.

La situación está llegando a un nivel límite. Ella es feliz en el mundo que hemos creado, pero necesita relacionarse con más gente. A pesar de que ahora no se entere del todo de lo que está pasando las consecuencias a nivel psicológico pueden ser enormes para un niña tan pequeña.

Lo peor es la sensación de invisibilidad, parece como si nuestro caso no existiera ni nadie estuviera por la labor de buscar una solución, a través de las redes sociales he conocido a otras madres con situaciones parecidas que coinciden en el abandono institucional que sufrimos.

La presión a la que está sometida Emma no es normal para un niña de su edad, no podemos compararla con sus compañeros ni con cómo nos ha cambiado la vida a los adultos.

Nos queremos agarrar a un hilo de esperanza, quiero poder decir a Emma que todo esto pasará pronto sin tener que mentirle, pero necesitamos que alguien más se preocupe por nosotras. Firma y comparte la campaña para que los políticos nos oigan.