Necesitamos que en el sistema educativo se traten las emociones y se bajen las ratios para prevenir el acoso escolar.

86 personas la han apoyado
86 de500 Apoyos

Me llamo Alba Mato, vivo en Madrid, soy profesora de primaria y como docente me preocupa el acoso escolar.

Directamente no he sufrido acoso escolar, pero todos en ocasiones hemos recibimos palabras o acciones que nos pueden doler. Si de adulto nos pueden hacer daño, en la infancia y adolescencia cuando estamos explorando y conociéndonos sin tener una buena base emocional, el daño que puede causar es devastador. Por eso, decidí sensibilizar sobre el acoso escolar realizando una viñeta “Ella es Sofía”, una historia real que durante años tuvo que sufrir mi compañera de colegio. Le hacían bullying porque estaba gorda, y ahora tiene anorexia. Las secuelas emocionales del acoso escolar son para toda la vida.

Por ello, como docente me preocupa el acoso escolar y siempre intento estar pendiente del alumnado y detectar cualquier caso de acoso escolar. Sin embargo, en el acoso escolar se pone el foco en el acosado y no en el acosador, es decir, debemos de preguntarnos ¿por qué acosa el que acosa? ¿por qué un niño o niña de 8 años decide acosar? Creo que para erradicar el acoso en todos los niveles se debe poner el foco tanto en la persona acosada, como en la persona que está acosando y en aquellas personas que lo están viendo y no dicen nada, por falta de herramientas. El problema reside en que el profesorado no tenemos las herramientas suficientes, es decir, seguimos teniendo un currículo educativo muy ajustado con poco tiempo y muchas materias que enseñar, por lo que, no nos están dotando de tiempo para poder ver con calma qué es lo que está pasando en el mundo emocional de nuestro alumnado. 

En muchas ocasiones, el acoso viene producido por la inseguridad. Es decir, las personas que acosan sienten una cierta inseguridad, por sus circunstancias familiares o vitales, que pueden derivar de una falta de apego, de amor, de atención… Sienten esa carencia, por lo que de alguna manera necesitan sentir cierta seguridad, y antes de que alguien les haga daño, hacen ellos daño para protegerse. Comer para no ser comido. Para trabajar estas inseguridades y carencias, dar charlas sobre prevención del acoso escolar no es suficiente. Es necesario, indagar y trabajar en la inteligencia emocional para descubrir qué es lo que está pasando. El problema está en el planteamiento del sistema educativo, ya que seguimos con un currículo donde se sigue fomentando aprender unas materias, pero sin trabajar las emociones de una forma real. La educación emocional debería de ser transversal a todas las materias educativas, ya que seguimos educando igual que en el siglo XIX. Aunque los protocolos de acoso escolar y la inteligencia emocional estén en auge, en la práctica la realidad es muy diferente. El ratio de alumnado por clase afecta al acoso escolar porque al tener un gran número de niñas y de niños es más complicado poder dedicarle tiempo a lo que importa; saber cómo se encuentra emocionalmente ese niño o esa niña.

Es por ello, que me dirijo a las instituciones para pedir que se baje las ratios en las aulas y se incluyan más momentos reales dentro del aula en el cual se pueda trabajar en el ámbito de la inteligencia emocional, que se cambie el sistema educativo para que de manera transversal la inteligencia emocional esté en todo el currículo educativo. Es decir, tiene que haber más tiempo dentro del horario escolar para saber qué está pasando con nuestro alumnado. Y, además, ofrecer cursos para el profesorado, el alumnado y las familias para sensibilizar, y formar, no desde el miedo, sino desde el entendimiento para generar comunidad. Necesitamos humanizar la educación. Y es urgente hacerlo ya.

86 personas la han apoyado
86 de500 Apoyos