Por supuesto
Y lo haremos creando empleo en nuestro propio territorio para que todas las personas excluidas por este sistema injusto puedan trabajar y vivir dignamente. Primero a través de políticas de Trabajo Garantizado (creación directa de un millón de empleos útiles para la sociedad –cuidado a ancianos, a niños, al medio ambiente, de los espacios urbanos, actividades culturales, deportivas, servicios sociales, etc), después a través de una transición del modelo energético para lograr un nuevo modelo productivo basado en la tecnología, la investigación, la ciencia y en el conocimiento, priorizando los sectores de elevado valor añadido (como el de las renovables o la biotecnología), tercero, repartiendo el trabajo mediante la reducción de la jornada laboral en las grandes empresas y en el sector público, y cuarto: aprobando un nuevo Estatuto de los Trabajadores y Trabajadoras para que todo el empleo que se cree tenga condiciones laborales dignas y que ningún empresario pueda aprovecharse de la debilidad negociadora de los trabajadores y trabajadoras.
Mucho ánimo. Nuestro miedo es su victoria. Luchemos contra las injusticias. Somos muchos. Más de los que pensamos. Necesitamos unirnos y organizarnos.
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Tengo 43 años y, tras 15 años de trabajo como administrativo en una empresa constructora, la crisis me mandó al paro en el año 2008. Mi vida hasta entonces había sido razonablemente buena: Llegaba a fin de mes (justo, pero llegaba) con todas mis obligaciones económicas al día (nunca me retrasé en el pago de ninguna factura, préstamo o impuesto) y con posibilidad de darme algún capricho de vez en cuando (Vacaciones, encuentros sociales…).
Tras quedarme en el paro, y con intención de continuar manteniendo un nivel económico conveniente, invertí todo lo que tenía en montar un comercio de barrio (en este caso una papelería-librería) y lo hice a nombre de mi mujer (que hasta el momento había trabajado exclusivamente en las tareas domésticas familiares y cuidando de nuestra hija), que pasó a formar parte de ese mundo tan maravillosamente publicitado de los emprendedores (o autónomos). Mi intención era ayudarla en la tienda en ese comienzo tan ilusionante al tiempo que buscaba empleo. Las cosas no pudieron ir peor: Yo no encontraba trabajo y los ingresos de la tienda no cubrían los gastos. Vivíamos prácticamente de mi sueldo de parado y a pesar de ello hicimos frente a nuestras obligaciones con los acreedores y con el estado.
Fue en 2012 cuando fue imposible hacer frente a todos los pagos y comenzamos a acumular deudas. Recurrimos a usureros públicos y privados para reestructurar nuestra deuda y, únicamente los privados, a cambio de un interés mezquino, nos “ayudaron”. Rehipotecamos nuestra vivienda (que ya teníamos pagada) solo para pagar deuda y a nuestro prestamista. En 2013 nos cambiábamos a un local más pequeño y barato al tiempo que detectaban a mi esposa un cáncer de mama.
El tratamiento con quimioterapia fue muy agresivo y la impedía ir de continuo al trabajo, así que yo me puse al frente. Pensé en hacerme autónomo, pero nos era imposible pagar dos cuotas (incluso debíamos multitud de mensualidades de la de ella). En el nuevo local las cosas parecían ir mejor, pero el daño económico ya era irreversible. Tanto es así, que la tienda cada vez estaba más desabastecida y funcionábamos a base de encargos pagados por adelantado.
Consecuencia de todo esto, es el daño moral y psicológico que acarreo y, que al igual que el daño económico, veo definitivo (he pensado incluso en el suicidio). Me siento ignorado por una sociedad que no empatiza con el problema ajeno; Tengo miedo, ahora que la economía comienza a recuperarse para algunos, de quedarme estancado para siempre en esta pobreza económica y de espíritu. No me veo capaz sin ayuda de afrontar un futuro y pienso que ya lo he perdido todo.