Pregunta para Cortes de Castilla y León
He superado un Linfoma de Hodgkin y el deporte me ayudó a afrontar mi vida después del cáncer. ¿Por qué no se ofrece ningún tipo de acompañamiento deportivo o nutricional, así como psicológico, durante y después del proceso de enfermedad?
Me llamo Alberto y vivo en Salamanca. En abril de 2016, cuando tenía 35 años, me diagnosticaron un Linfoma de Hodgkin. Seis meses antes del diagnóstico sufrí una rotura de un tendón de hombro y me estuvieron viendo en traumatología. También me dolía el plexo braquial y se me inflamó el trapecio. Tanto los médicos como yo asociábamos estos síntomas con la rotura, ya que viniendo de una persona deportista, sana y activa, nadie pensó que podría sufrir una enfermedad de este tipo. Pero finalmente, después de realizarme un seguido de pruebas diagnósticas me confirmaron que padecía este tipo de cáncer.
El día que me informaron que tenía esta enfermedad no le di la importancia que merece, ya que hasta entonces desconocía todo lo que se relacionaba con las enfermedades de la sangre. Así que simplemente ignoré que yo pudiera estar sufriendo esta enfermedad. Aun así, todo fue muy rápido porque el linfoma estaba muy avanzado. Enseguida empecé con el tratamiento de quimioterapia. Las dos primeras sesiones fueron muy duras; tuve que acudir a Urgencias varias veces porque cogí fiebres. Después de esto parecía que todo se normalizaba y que podía hacer vida «normal» hasta que faltando solo dos sesiones más de quimioterapia, me comunicaron que el tratamiento no estaba funcionando.
Entonces me anunciaron que había que cambiar la línea a seguir y pasar a sesiones de quimioterapia de 24 horas estando ingresado. También necesitaba un trasplante de médula ósea. De entrada, yo no quise ingresar y tampoco estaba de acuerdo con el nuevo tratamiento, pero después de pensarlo cambie de opinión. Durante el tiempo que pasé en el hospital conocí a gente maravillosa; tanto a otros pacientes como a personal sanitario y de la Asociación Ascol. Después de todo, vinculé mi ámbito laboral con el mundo sanitario, algo que antes de tener cáncer era impensable.
Una vez terminé el tratamiento y me dieron el alta, aunque recibiendo revisiones constantes, tuve que afrontar la vida como la conocía antes de enfermar y esto no fue fácil. Necesitas un tiempo para aceptar que después de todo lo que has vivido, tienes que volver a una normalidad parecida a la anterior a la enfermedad. Antes de que el linfoma entrara en mi vida, yo era un chico deportista. Así que decidí volver a entrenar aunque nunca dejé de moverme estando enfermo. Esto me ayudó mucho a tener la cabeza clara, a canalizar el estrés que me había dejado el proceso de enfermedad, y también a ser capaz de ponerme retos y objetivos de nuevo. Además, el deporte sirve para ver que mejoras también físicamente, ya que los tratamientos oncológicos son muy deteriorantes, y esto psicológicamente es muy positivo.
Del proceso de enfermedad, del trasplante y en relación con lo comentado anteriormente, también destaco la importancia de cuidar la nutrición; ya no solo para controlar la toxicidad derivada de los tratamientos que tienes dentro del cuerpo, sino también para cuidar el aspecto y sentirte bien contigo mismo. En resumen, considero que es imprescindible poder recibir un acompañamiento en el ámbito psicológico, si lo necesitas, des del momento en el que te diagnostican hasta que vuelves a sentirte integrado completamente a la sociedad.
Por todo lo presentado, me dirijo a los políticos de las Cortes de Castilla y León, ya que son quienes me representan para trasladarles la siguiente pregunta: teniendo en cuenta los beneficios que conllevan el acompañamiento psicológico, el acompañamiento nutricional y el deporte, ¿Por qué no se ofrece ningún tipo de acompañamiento deportivo o nutricional, así como psicológico, durante el proceso de enfermedad pero también cuando acabas los tratamientos?