Me llamo Alberto y vivo en Extremadura. Soy paciente oncológico porque padecí un cáncer de testículo. El diagnóstico de mi enfermedad no fue fácil, ya que el tumor primario no creció especialmente. Empecé a mostrar algunos síntomas como la coloración del semen. Además, con el paso del tiempo, me percaté de que expulsaba sangre con la orina. De entrada, cuando acudí al médico, no consideraron que podría tratarse de una enfermedad oncológica. Aun así, cuando me hicieron una ecografía más acertada; incluyendo la zona de la próstata, detectaron la masa tumoral. Tenía una masa muy grande en la vejiga, en la próstata y que también había afectado los pulmones. De entrada, por la presentación de la patología, consideraron que podía tratarse de un sarcoma, pero lo descartaron después de realizarme un seguido de pruebas diagnósticas que concluyeron que padecía un cáncer de testículo.

Empecé con un tratamiento de quimioterapia que en principio tenía que servir para reducir el tamaño de la masa y poder operar a posteriori, pero no hizo falta, ya que el tratamiento conllevó la remisión completa. Aun así, después de aproximadamente un mes, en la primera revisión de control, vieron que me habían aparecido, de nuevo, ciertos puntitos en la vejiga, en los pulmones, etc. así que se repitió el proceso. Esta vez la quimioterapia también sirvió para llegar a la remisión completa, pero por segunda vez, recaí. En este punto, me indicaron que el único tratamiento al que podía someterme era una quimioterapia a altas dosis que implicaba un trasplante de médula ósea autólogo. Hace cuatro años que estoy en remisión completa. Todavía me hacen revisiones de control rutinarias cada tres meses, pero pronto pasarán a ser cada seis.

El cáncer de testículo afecta sobre todo a hombres jóvenes y precisamente debido al hecho de que no es uno de los cánceres que tiene más afectación a nivel poblacional, el diagnóstico de la patología puede ser tardío. En este sentido, considero imprescindible que en la medida en que sea posible, se trabaje a favor de concienciar a la población de la existencia de la enfermedad con el fin de que ante cualquier síntoma se busque ayuda profesional. También en este sentido, creo que las instituciones podrían actuar en pro de dar visibilidad y, por lo tanto, de normalizar la enfermedad en el ámbito social. Finalmente, quiero poner en valor la necesidad que hay de que se siga invirtiendo a favor de la investigación de cáncer. Es un aspecto primordial para avanzar hacia la curación, pero también para mejorar los tratamientos. Es por todo lo presentado me dirijo a los políticos de la Asamblea de Extremadura, ya que son quienes me representan: ¿Por qué no se mejora la apuesta pública sobre lo mencionado?