Me llamo Alex y tengo 31 años. Llevo desde los 16 años yendo en moto por Barcelona, casi media vida, y nunca había tenido ningún problema, salvo alguna caída leve, hasta hace casi un año, cuando tuve un accidente que casi me costó la pierna izquierda.

Iba por Avinguda del Paral·lel cuando vi que una furgoneta de una empresa de reparto iba invadiendo mi carril desde la derecha, sin darse cuenta de que estaba yo allí. Para que no me chocara, y de forma instintiva, tiré un poco hacia la izquierda y tropecé con un separador de carril bici de caucho asimétrico. Si un coche choca con eso, lo peor que puede pasar es que se pinche una rueda, pero con una moto, la caída está asegurada.

A pesar de ir muy poco a poco, tropecé con el separador, caí en los matorrales de al lado, y la moto me chafó la pierna izquierda. Creo que los de la furgoneta ni siquiera se dieron cuenta de que me caí. En cuestión de segundos, mi vida cambiaría por completo durante mucho tiempo. Desde allí me recogieron en ambulancia y me llevaron al hospital más cercano, que era el Clínic.

Pasé dos semanas allí ingresado, boca arriba, sin poder moverme, necesitando asistencia incluso para hacer mis necesidades en la misma cama, y con solo una hora de visita al día, siempre de la misma persona, y las 23 restantes completamente solo. Fue una experiencia muy dura que creo también hay que visibilizar.

Me dijeron que tenía la meseta tibial rota en pedazos, por lo que había que pasar por quirófano mínimo en dos ocasiones, para reconstruirme la pierna con 13 tornillos y dos placas que tendré que llevar toda la vida. En general recibí muy buena atención en el hospital, pero lo que me desesperó es que me fueran dando largas respecto al día de la segunda operación, por temas burocráticos ajenos a la sanidad pública y festividades que ralentizan todo el proceso. Estaba pasándolo muy mal, ya que estar completamente postrado en una cama viendo la misma pared día tras día, sin avanzar, era muy duro para mí. No había nunca hueco en quirófano. 

Finalmente me trasladaron al Hospital de Sant Pau, donde el trato fue inmejorable, realizándome por fin la operación que tanto esperaba. Actualmente, después de meses muy duros de rehabilitación, ya puedo caminar sin muletas, aunque todavía no estoy recuperado. De hecho, el cirujano me dijo bien claro que mi pierna nunca volvería a ser la misma, que lo tuviera claro.

Tanto en los hospitales como en rehabilitación he conocido otros casos de fractura múltiple de meseta tibial. La mayoría de ellos iban en patinete por la ciudad, y algunos otros iban en moto, como yo. Por mi experiencia y otras que he conocido, es evidente que Barcelona es una ciudad cada vez más peligrosa en cuanto a circulación, no solo para motociclistas, sino también para patinetes, ciclistas e incluso peatones. Se están optimizando tanto los espacios de la ciudad que ahora está llena de obstáculos y, por muy con cuidado que vayamos, muchas veces no es suficiente.

Ante esto, quiero dirigirme a los miembros del Ajuntament de Barcelona, ya que se trata de un problema que afecta a la ciudad de Barcelona, para que tengan en cuenta mi experiencia y muchas otras y tomen las medidas necesarias para mejorar la seguridad en la circulación de la ciudad.

Por supuesto, me parece genial que se fomente el uso de la bici y del transporte público, así como ir a pie, y que se proteja a los ciclistas y a los peatones, pero sin que esto suponga poner en peligro la integridad física de otras personas que circulan por la ciudad. Espero que mi testimonio sirva para concienciar sobre los peligros actuales que hay en Barcelona para circular.