Observo el quehacer de los partidos políticos y de sus líderes y cada vez me recuerdan más a empresas luchando por su nicho de mercado. Jamás llegan a acuerdos, jamás vislumbran un punto de encuentro, siempre se muestran como poseedores de verdades absolutas y conducen a la ciudadanía a decantarse por opciones cerradas que nunca se corresponden con la difusa realidad de las personas. El sábado volví a ver "Invictus" y volví a añorar a líderes políticos capaces de renunciar a algunos de sus postulados por el bien común. Tuve la oportunidad de trabajar con uno que pensaba mucho más en el futuro de los demás que en el suyo propio, con quien fuera consejero de Sanidady Consumo, Rafael Bengoa. Claro que ni era político ni  militante de una empresa política.