Hola, soy Amanda, tengo 24 años y soy enfermera en Oncología pediátrica en un hospital de Barcelona. Os cuento a lo que me dedico porque quizá responda algunas de las dudas que os pueden surgir al desvelar lo que más ilusión me hace contaros: SOY DONANTE DE MÉDULA ÓSEA; y hace una semana pude darle la oportunidad de seguir viviendo a una persona anónima.

Me hice donante con 20 años, cuando conseguí el peso límite, y cuatro años después me llamaron para comunicarme que había un paciente que necesitaba mi donación de médula ósea. Me emocionó saber que una persona anónima vería la oportunidad de salvar su vida. Para los pacientes que están a expensas de un trasplante, esta espera puede hacerse insufrible. Ven que el tiempo corre y sus esperanzas se diluyen. 

Yo lo veo en mi trabajo. El tiempo se acorta para muchas personas a la espera de un trasplante. Concretamente, contemplo de cerca la realidad de muchos niños que padecen enfermedades hematológicas, mayoritariamente leucemias, y necesitan someterse a este procedimiento. La leucemia arrasa a pacientes de todas las edades, pero al trabajar en Oncología pediátrica he podido observar lo complicado que puede volverse para un niño asumir esta enfermedad.

Considero que hay mucho desconocimiento y falta de información acerca de la donación de médula ósea. Por ello desde aquí me dirijo al Parlament de Catalunya, porque son mis representantes políticos en Barcelona y yo resido en dicha provincia, para demandar una mayor promoción de la importancia de hacerse donante de médula ósea. Hace falta una mayor concienciación sobre en qué consiste, qué es la médula ósea y el esfuerzo tan pequeño que requiere hacer una donación. Todos tenemos en nuestra mano la posibilidad de salvar una vida. 

Muchas personas confunden la médula ósea con la médula espinal, cuando en realidad no tienen nada que ver. La médula espinal se encuentra en el interior de la columna vertebral, mientras que la médula ósea es un tejido que se encuentra en el interior de los huesos, en el cual se forman las diferentes células sanguíneas. El proceso de donación no repercute negativamente en el donante. Por eso desde aquí, desde mi experiencia, quiero transmitir un mensaje de tranquilidad y quitar el miedo a todas aquellas personas que rehuyen de una donación por la incertidumbre. Y os quiero resumir brevemente mi proceso: recibí una llamada, me emplazaron para una analítica con el objetivo de confirmar que mi estado de salud era óptimo y asegurarse que mi médula era compatible con la persona que iba a recibirla.

A las tres semanas me comunicaron que era la donante elegida. Entonces me citaron en el hospital para tres pruebas: un electrocardiograma, una radiografía de tórax y una analítica. Además, tuve visita médica donde me explicaron detalladamente todo el proceso. Debí pincharme el factor de crecimiento hematopoyético dos veces al día durante cinco días, con la finalidad de estimular mi médula ósea para que produjera más cantidad de células y estas saliesen al torrente sanguíneo. El quinto día coincidió con la donación de médula. A las 9:30 a.m. comenzó el proceso de donación mediante aféresis y a las 14 p.m. ya estaba fuera del hospital. 

Muchas vidas dependen de las nuestras. Si cada persona que se conciencia es capaz de hacer que una sola persona se haga a su vez donante, estaremos creando una preciosa cadena. ¡Ese debe ser nuestro objetivo! Ampliar la red de donantes, porque así aumentarán las oportunidades de vivir para muchas personas. 

Políticos del Parlament: ¿Cuándo veremos verdaderas campañas de concienciación y sensibilización acerca de la importancia de donar médula? Y vosotros ciudadanos: ¡Os animo a que os apuntéis al Registro de Donantes de Médula Ósea!