Pregunta para Parlamento de Andalucía
La investigación es sinónimo de nuevos tratamientos, mayor certidumbre y, a la larga, más vida. Por el momento solo me sale plantear: ¿Cuándo se democratizarán las ayudas económicas para los pacientes oncológicos?
Hola a todos,
Soy Amaya, y a mis 41 años me detectaron un linfoma no Hodgkin. Ahora, con 44, he pasado por tres líneas de tratamiento para hacer remitir este cáncer linfático. Esta enfermedad irrumpe en la vida de cada paciente oncológico de una manera, toma libertad para manifestarse y perdurar de una manera propia y particular. Además, el entorno que te acompaña en cada momento del proceso también es crucial y también convierte tu diagnóstico en algo singular.
En mi caso, podría decir que la experiencia ha sido llevadera gracias al equipo médico que me ha atendido y cuidado desde el primer momento. En Málaga, mi ciudad, la atención, la predisposición y los cuidados siempre han sido inmejorables. Han mostrado dedicación por su trabajo y una lucha incansable por acabar con este linfoma. Me enfrenté a tratamientos de quimioterapia e inmunoterapia primero, tras la cual el linfoma se volvió a activar. Entonces tuvimos que volver a la quimioterapia, tras la cual, esta vez sí, logramos acabar con el linfoma.
No obstante, los médicos consideraron que un autotrasplante se convertía en la mejor alternativa para hacer remitir la enfermedad al completo. Cuando estábamos en la fase previa a dicho autotrasplante, me detectaron Histiocitosis de las células de Langerhansen en los pulmones. No se trata de un diagnóstico oncológico, pero debe tratarse como tal. Por ello, actualmente estamos a la esperar de decidir cuál es el tratamiento óptimo que seguir ahora.
¿Cómo lo he llevado yo? Es otra de las cuestiones que suele plantearse en estos casos. Y la respuesta es positiva. Lo he llevado muy bien, las quimios no han acabado conmigo y mi ánimo es fuerte, gracias también al entorno que me rodeaba.
Sin embargo, no todo es un camino de rosas. Las esperas en la Sanidad Pública en ocasiones se convierten en interminables, con la incertidumbre y el miedo que ello conlleva. Pero, sobre todo, preocupa el limbo laboral y económico en el que te sumerges cuando te detectan cáncer. Nadie te contrata con un diagnóstico así, las ayudas económicas son difíciles de conseguir, y en ocasiones inexistentes. ¿Cuándo se democratizarán las ayudas económicas para los pacientes oncológicos?
Esta es precisamente la reivindicación que me gustaría trasladar a nivel institucional, y extender a mis representantes políticos del Parlamento andaluz. Las esperas merman la esperanza y los ánimos de muchos pacientes oncológicos, al mismo tiempo que la precariedad laboral nubla la mente de todos. ¿Cuándo se podrá hacer algo para atar estos cabos sueltos del sistema?
Además, si he llegado hasta aquí y he decidido trasladar mi historia a oídos y ojos de todo el mundo, es para visibilizar y concienciar. Visibilizar una enfermedad que, desafortunadamente, llama a la puerta de tantísimas personas. Concienciar de una enfermedad temible, incierta y duradera. Por ello los pacientes oncológicos requieren acompañamiento, que la sociedad tome conciencia y que no se olvide el pilar que podría menguar los efectos y los golpes de esta enfermedad: la continua inversión en investigación. La investigación son nuevos tratamientos, mayor certidumbre y, a la larga, más vida.
Y tú, ¿te sumas?