Me llamo Ana, tengo 21 años y estudio auxiliar de veterinaria. Por cuestiones laborales de mis padres, tuve que cambiar mucho de colegios e institutos y en absolutamente todos he tenido el mismo problema, en todos fui tratada como “el bicho raro”.

A lo largo de mi infancia he vivido en primera persona el sentimiento de ignorancia en el colegio e instituto. Siempre me han hecho sentir diferente, creo que por ser más madura y tener otros gustos. También el hecho de ser siempre la nueva y distinta, acrecentaba el vacío por parte de mis compañeros y compañeras de clase.

Siempre he destacado por vestir diferente y ser buena estudiante, además, me solía llevar mejor con las personas adultas entre las que estaban los profesores. Todo esto provocaba un rechazo del grupo de estudiantes.

En el momento en el que intentaba acercarme a mis compañeros y compañeras de buenas formas, siempre recibía un rechazo por no tener en común los mismos intereses.

Generalmente me dejaban en paz haciéndome el vacío, pero cuando se les cruzaban los cables o si era simpática con algún profesor me decían cosas como “eres una pelota”. Y yo lo que quería era que me dejasen en paz. Cuando llegue al instituto el acoso se intensificó y llegaban a encerrarme en lugares como el baño.

Los profesores ni se dieron cuenta. Había veces que llegaba a clase llorando, pero nunca hubo ninguna persona que interviniera. Y la decisión de pedir ayuda era imposible porque tenía miedo de que las cosas fuesen a peor. 

Si se enteraban de que había pedido ayuda y había contado mi caso estaba segura de que mis compañeros iban a acrecentar su odio hacia mí. Porque los adultos te “sobreprotegen” y sigues siendo diferente…

El tema del bullying habría que tratarlo desde el principio. Estaría genial que desde primaria se impartiese una asignatura que ayudase a los niños y las niñas en la gestión emocional igual que damos educación física.

Muchos de los problemas de rechazo hacia lo diferente vienen de problemas que se tienen en casa. Y por supuesto los protocolos anti bullying deberían ser revisados en todas las instituciones porque ahora mismo, y por mi experiencia, no están suficientemente desarrollados.

El acoso escolar desencadenó que siempre intentara agradar a los demás para encajar y me olvidé de ponerme límites a mí misma. Todo lo que me pudiesen comentar me afectaba mucho precisamente por ese miedo al rechazo al que siempre estuve “acostumbrada”.

En necesario que los niñas y niñas expresen y cuenten lo que le sucede con su círculo más cercano, padres, madres y amigos porque, aunque sea complicado hay soluciones. Uno de los principales problemas es que a la persona que sufre bullying le da vergüenza reconocer o contar lo que le ocurre, pero si no ponemos palabras a las cosas parece que no suceden y lo peor es que se sufre mucho.

Por ello inicio esta campaña de firmas para poder iniciar el diálogo con los políticos de Málaga con el objetivo de hacer visible la problemática del bullying y saber que medidas de prevención van a poner en marcha para acabar con el rechazo por ser diferente.