Pregunta para Asamblea de Madrid
Los servicios de salud mental especializados en TCA están desbordados. ¿Por qué no se trabaja antes en la prevención de los TCA desde los colegios y los servicios de pediatría y atención primaria, y así se evita que haya tantos casos?
Me llamo Andrea, soy de Madrid y estoy acabando la carrera de Nutrición Humana y Dietética. Soy superviviente de anorexia nerviosa, un trastorno de la conducta alimentaria (TCA) del cual me recuperé definitivamente a los 19 años, después de muchos años luchando y tras tres ingresos hospitalarios por desnutrición y alternaciones psicológicas severas.
A pesar de considerarme como una paciente crónica, puedo decir que estoy 100% recuperada, sin ningún resquicio de enfermedad que jamás pensaba alcanzar. Dada de alta desde hace unos años, trato de ayudar como dietista nutricionista y expaciente de TCA a través de redes sociales. Allí, divulgo información, desde la clínica como profesional hasta la personal de mi propia experiencia. Mi conocimiento inquieto me hace estar continuamente estudiando y formándome en Nutrición Clínica, incluyendo indudablemente los TCA.
Acorde a la evidencia, durante la cuarentena, los pacientes mejoraron la convivencia familiar y, especialmente en la anorexia nerviosa, la desnutrición no se agravó. Sin embargo, algunos pacientes reportaron una intensificación de las conductas propias de la enfermedad. Por ejemplo, se reportó una mayor obsesión con el ejercicio físico por una menor actividad en el día a día, y ansiedad por las prácticas de alimentación saludable, tan en boca durante el confinamiento. El hecho de que los pacientes pasaran más tiempo en los medios de comunicación y redes sociales, no favoreció para nada en este aspecto, alimentando la enfermedad o incentivando la aparición de nuevos casos.
Ante la falta de acceso a los servicios de salud mental durante la cuarentena, algunos hospitales y centros especializados en TCA donde yo misma estuve ingresada, decidieron llevar a cabo el hospital de día de manera virtual. Comiendo todos juntos a través de las pantallas, haciendo terapias grupales e individuales y otras actividades, fue de gran ayuda para los pacientes en el tratamiento de la enfermedad, interrumpidlo de manera impredecible y brusca.
Aun así, no es ninguna novedad que los servicios de salud mental en general y de TCA en concreto no dan al abasto, y lo podemos ver ahora aún más con la pandemia, donde se ha reportado un incremento en el número de casos nuevos. Es evidente que se deberían destinar más recursos a estos servicios para que las y los pacientes con este trastorno puedan tener una atención de calidad, y para que no se cronifique su enfermedad.
Por otro lado, también es importante trabajar en la prevención, ya que así nos ahorraríamos muchos casos, ingresos hospitalarios nuevos y recidivas. Para ello, considero clave la formación del personal sanitario en la detección precoz de los TCA, así como en su prevención primaria, desde la formación a los pediatras y a los médicos de familia, para que sepan detectar cuanto antes indicios de TCA en un menor. Asimismo, la prevención desde las escuelas es clave, con campañas de concienciación y una asignatura que trate la autoestima, la expresión de las emociones, el crecimiento personal, las relaciones sexuales o las drogas, entre otros.
Ante esto, quiero dirigirme a los miembros de la Asamblea de Madrid, por ser mis representantes en dicha cámara, para que se trabaje e invierta más en la prevención de los TCA. Por un lado, dando más formación a los médicos de atención primaria, pediatras y endocrinos para mejorar en su detección y, por otro lado, lanzando campañas de concienciación desde los colegios, incluyendo la asignatura que mencionaba o formando a las familias y otros personas cercanas en la detección de señales de alarma de los TCA.
Me gustaría recalcar que, para concienciar a los menores sobre este trastorno, a veces es mejor no mencionarlo, lo que se conoce como una prevención indirecta. Es decir, sin llegar a hablar de dichos trastornos en sí, sino más bien a través de herramientas psicológicas que mejoren aquellos factores predisponentes y precipitantes de los TCA.