Me llamo Andrea y vivo en Cantabria. El día 18 de abril de 2022 me hice un tatuaje. Por la noche, una vez en casa, me lavé el brazo y justo por el hecho de hacerlo en vez de con esponja con la mano, me detecté un bulto. Pensé que el tipo de bulto no era normal y enseguida decidí contactar con mi médico de cabecera para que me visitara, aunque no presentaba ningún otro síntoma. Una vez me vio, considero que muy probablemente se trataría de algún tipo de inflamación relacionada con los ganglios, pero consideró derivarme al hospital para que me practicaran una ecografía y otras pruebas para confirmarlo.

Antes de esto, me mandó a hacerme una analítica que salió correcta y estuve unos días tomando antibiótico. Aproximadamente pasaron dos meses hasta que, después de un tiempo acudiendo al hospital para someterme a diferentes pruebas (entre ellas un TAC y una biopsia), me diagnosticaron un Sarcoma. Tengo 21 años y la noticia, en aquel momento, me hizo plantear muchas cosas. De repente, me cambió la vida. Me explicaron que tenían que operarme de manera urgente y que se trataría de una intervención quirúrgica muy complicada. Entraba a quirófano sin saber cómo iba a salir; podía llegar a perder el brazo.

La operación que me practicaron el pasado día 9 de agosto duró ocho horas y fue un éxito. Considero que los profesionales que me trataron son eminencias puras. Pudieron limpiar toda la zona afectada, así como los márgenes. Aprovecharon la operación, también, para someterme a radioterapia focalizada. Después de la intervención, estuve cinco días en el hospital en observación y finalmente volví a casa. Hace aproximadamente una semana que me informaron de que, aunque esté limpia de enfermedad, tendré que someterme a un tratamiento de quimioterapia a modo preventivo, ya que, teniendo en cuenta que mi tumor es quimiosensible, si hubiera alguna célula cancerígena en mi cuerpo, se eliminaría de este modo con mucha más facilidad.

El siguiente paso será empezar a hormonarme para poder someterme a un proceso de congelación de óvulos, puesto que la quimioterapia podría dejarme infértil, y luego, calculo que a finales de este mismo mes, empezaré con el tratamiento mencionado que se compondrá de tres ciclos de 21 días.

Padezco una tipología de cáncer que afecta a una persona entre un millón. En este sentido, mi enfermedad está catalogada como rara y, por lo tanto, no se invierte tanto dinero público en su investigación como se debería para poder avanzar hacia nuevos protocolos de diagnóstico que fueran más rápidos y hacia nuevos tratamientos que fueran más eficaces y menos agresivos. Es por esto que considero imprescindible que las instituciones empiecen a actuar en pro de solucionar lo mencionado.
 

Además, creo que también a nivel institucional se debería de valorizar el potencial de la sanidad pública del país e invertir a favor de que en todas las consultas haya los recursos necesarios, tanto materiales como humanos, para garantizar una atención completa que conlleve derivaciones sin demora y, por lo tanto, diagnósticos tempranos. En relación con el cáncer, el tiempo que pase hasta su diagnóstico y el inicio del tratamiento es crucial para definir el pronóstico.

Finalmente, quiero lanzar un mensaje a la ciudadanía en cuanto a concienciación para decirles que no tengan miedo de acudir al médico; es imprescindible escuchar el cuerpo y recorrer a profesionales cuanto antes mejor. Como ya he mencionado anteriormente, el diagnóstico temprano de cualquier enfermedad es uno de los aspectos más importantes a la hora de determinar un pronóstico y de definir un protocolo de tratamiento más o menos agresivo.

Es por todo lo presentado que me dirijo a los políticos del Parlamento de Cantabria, ya que son quienes me representan: “A veces la falta de recursos conlleva demora en los diagnósticos. Invertir en investigación es fundamental, así como apostar firmemente para la sanidad pública”.