Hola. Puedo asegurarte que en mi agenda sí está. De hecho, tengo apuntadas las próximas actuaciones en la Audiencia Nacional para seguir con nuestra acción judicial contra Rato, Blesa y los restantes consejeros implicados en el caso Bankia, las preferentes y las tarjetas black.

Pero sé perfectamente a lo que te refieres. No es la primera vez: cuando se acercan las elecciones, de pronto la corrupción desaparece del debate. Algunos incluso lo justifican diciendo que la justicia no tiene que interferir en las elecciones, lo cual es toda una aberración, pues yo creo que tenemos la obligación de saber en quién vamos a depositar nuestra confianza en las urnas y para ello toda información es poca.

El motivo me parece muy claro: los partidos tienen mucho que tapar, todos tienen sus trapos sucios y prefieren una tregua electoral respecto a este asunto. De pronto, se acaba el "y tú más" y ya no interesa hablar de esto. Por supuesto, el problema no desaparece, simplemente se silencia.

Recuerdo perfectamente cómo a principios de legislatura Rosa Díez mencionó en el Congreso de los Diputados la corrupción como un problema grave de nuestro país. Fue hace cuatro años. Bien, pues Rosa fue la única que mencionó el asunto. Rajoy le contestó con una mezcla de agresividad y displicencia, asegurando que en España no había corrupción, que todo era un intento de UPYD de desprestigiar a la clase política. Después vino lo de Bárcenas, lo de los ERE, la Gürtel, la Púnica, los Pujol... Casos que vienen de antiguo pero cuyos detalles se han conocido ahora, en gran parte gracias a UPYD.

Nosotros no callaremos porque no tenemos nada que esconder. No sólo no tenemos ni un caso de corrupción, sino que hemos gastado nuestro tiempo y nuestro dinero en perseguir la corrupción de Bankia, Rato, los Pujol... Hemos demostrado que la corrupción no es algo inherente a la política, sino que se puede prevenir y combatir, pero con hechos, que por cierto han brillado por su ausencia en lo que respecta a eso que llaman partidos “emergentes”, que tengo la sensación que pretenden sustituir el bipartidismo viejo por uno nuevo, pero con parecidos vicios.