Pregunta para Parlamento de Andalucía

Llegué a trabajar 60 horas semanales, mi jefe me insultaba y gritaba. A raíz del acoso laboral, sufrí de ansiedad e insomnio. ¿Cuándo se asegurarán inspecciones periódicas en la hostelería?

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Antonio Marco Pregunta de Antonio Marco

Me llamo Toni, tengo 35 años y soy de Sevilla. Toda mi vida trabajé en hoteles de 5 estrellas, hasta que llegó la pandemia y quedamos todos fuera. En medio de la crisis, llegué a un restaurante de un amigo de un amigo de mi padre. 

Todo pintaba bien al comienzo. Aunque trabajaba en negro y el jefe tardó más de un mes en darme de alta, cumplía seis horas diarias con un día de descanso a la semana. Los problemas empezaron cuando se extendió el horario hasta las 22 h, comencé a trabajar más de 10 horas diarias, manteniendo solo un día de descanso y sin recibir ninguna paga por horas extras. 

Para regularizar mi situación, firmé un contrato de 15 horas semanales por 800 euros, pero mi horario continuaba siendo el mismo, unas 60 horas a la semana. 

Con el tiempo solo empeoró la situación. Recuerdo la primera vez que me gritó frente a los clientes, una madre me pidió unas patatas para su hijo, yo le llevé una tapa al niño y mi jefe se descontroló, me gritó delante de ellos y no pude hacer más que llorar por el estrés y ansiedad acumulada de meses sin poder descansar bien. 

Desde ese momento, los gritos se convirtieron en algo habitual. No renuncié porque no veía una salida, me ahogaba el estrés y creía que no valía para nada. El jefe me acusaba constantemente de robar dinero de la caja y para Semana Santa llegué a trabajar 10 horas diarias por 12 días seguidos. Despertaba todos los días con el corazón a mil y llegaba destrozado a casa. 

El remate final vino cuando nos redactó un horario sobre una servilleta, para luego, olvidarse y escribir una nueva versión contradiciendo la anterior. Al día siguiente, llegué a la hora especificada en el segundo horario y cuando me vio comenzó a gritarme e insultarme frente a los clientes, ya que no recordaba el cambio. Ese día me despidió del restaurante, pero por suerte, yo había grabado toda la conversación en mi móvil. 

Luego de insistir, me pagó un finiquito de solo 120 euros. Decidí denunciar la situación en el Sindicato Andaluz de Trabajadores y actualmente estamos en un juicio debido a los perjuicios. 

A pesar del gran apoyo que recibí, la experiencia me dejó con muchísima ansiedad, tanto que tuve que tomar pastillas para dormir, porque tenía la cabeza como un bombo. Intenté comenzar inmediatamente a trabajar en un nuevo sitio, pero estaba tan mal que no logré rendir el 100% y tuve que dejarlo. 

Lamentablemente, todo el mundo que conozco en hostelería ha trabajado en malas condiciones alguna vez. Debido a esto, hago un llamado a los miembros del Parlamento de Andalucía para que se aseguren inspecciones regulares que velen por los convenios laborales, a la par de que se implementen multas reales a los infractores. 

Quiero decir a todos los que estén sufriendo abuso laboral, que denuncien siempre. No tengan miedo, porque si es una injusticia lo más probable es que salgan ganando y podrán encontrar trabajo en otros sitios donde sí traten bien a los empleados. Todos merecemos vivir con calma, es hora de tener más empatía. 

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