Pregunta para Parlamento de Andalucía

Me llamo Antonio y tengo diabetes tipo 1 desde los 16 años. ¿Qué medidas están tomando para que haya más concienciación sobre la diabetes en los centros escolares?

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Mi nombre es Antonio, soy de Alquife (Granada) y tengo diabetes tipo 1. Aunque suele diagnosticarse en la infancia, hacia los cinco o seis años, en mi caso debuté a los 16. No me encontraba especialmente mal, pero tampoco bien: me sentía cansado, bebía muchísima agua y orinaba mucho.

A pesar de los síntomas, no les di mucha importancia. Además, como estudiaba en una residencia y no convivía con mi familia, tampoco estaban al corriente de lo que me pasaba. Cuando volví al pueblo, fue mi madre la que me vio mal y decidió llevarme al hospital. Estuve ingresado dos semanas, me regularon el nivel de azúcar y me diagnosticaron diabetes tipo 1.

Recuerdo sentirme muy perdido cuando debuté. Por un lado, vengo de un pueblo muy pequeño y allí no había nadie más que tuviera diabetes; por otro lado, era 2002 y no había la información de la que disponemos actualmente. Esto hizo que, por ejemplo, gente de mi pueblo me dijera cosas como “mi abuelo se murió de diabetes”, “te quedarás ciego” o “a un familiar le amputaron una pierna”. Es evidente que la diabetes conlleva ciertos riesgos, pero si se controla no es una enfermedad peligrosa.

En general me sentía muy perdido por no tener las herramientas ni el acompañamiento para llevar bien mi enfermedad, ni siquiera en la consulta del endocrino. En el instituto tampoco me sentí acompañado, ni por mis compañeros ni por mis profesores. Aunque hayan pasado casi 20 años, por desgracia, a día de hoy sigue habiendo muchos niños y adolescentes con diabetes que se sienten desamparados.

Por eso llevo años organizando campamentos para niños y niñas con diabetes, para que conozcan su enfermedad, sean conscientes de que el control de ella está en sus manos, y no se dejen afectar por algunos estigmas que hay sobre ella.

Sé de muchos casos de niños que no se han atrevido a pincharse en público por vergüenza y luego no lo han dicho a sus padres, algo muy peligroso para ellos. También ha habido niños que no han podido ir a una excursión o a un viaje de fin de curso por suponer un problema o un riesgo que los profesores preferían evitar. Esto se debe a una falta de conocimiento sobre la diabetes. Si hay una buena comunicación entre alumnos, profesores y padres y madres, no tiene por qué haber ningún problema.

Ante esto, quiero dirigirme a los miembros del Parlamento de Andalucía, ya que soy de Andalucía y son mis representantes en dicha cámara, para que se forme más al profesorado sobre la diabetes y así sepan cómo acompañar y dar las herramientas a los alumnos con esta enfermedad.

Es normal que un niño o adolescente tenga ciertos prejuicios sobre la diabetes si no la ha vivido de cerca ni ha sido informado al respecto. Por eso también es importante que un profesor tenga los conocimientos y las capacidades para concienciar a los alumnos y evitar que discriminen a un compañero por tener diabetes.

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