Me llamo Bárbara y quiero denunciar una situación que hoy en día afecta a miles de niños y niñas. Muchos menores ven invadida su intimidad e integridad por parte de un adulto sin ningún tipo de consentimiento previo. Tampoco se explica ni se previene sobre ello en las escuelas. ¿Cuándo se implantará una educación sexual integral en los colegios para prevenir este tipo de situaciones?

Muchas veces ni siquiera los propios niños y niñas identifican el problema porque no entienden que eso está mal. Hay personas que no son conscientes de que han sufrido abuso sexual hasta que son demasiado mayores y eso es porque no educamos en esta materia y seguimos tratándolo como un tema tabú. El problema debe de ser identificado, debe de ponerse fin al abuso y el niño o niña debe de recibir ayuda profesional. El daño emocional y psicológico a largo plazo debido al abuso sexual puede ser devastador para el menor.

Cuando hablamos de educación sexual hablamos de mantener relaciones sanas, hablamos de consentimiento, de aprender que partes de tu cuerpo son tuyas, qué partes pueden tocar los demás y cuáles no. No es normal que a los niños cuándo son pequeños cualquiera pueda tocarle sus partes íntimas. Desde que somos bebés todo el mundo nos manosea y habla del tamaño de nuestros genitales o nuestras partes más íntimas delante de todo el mundo sin ningún pudor. Esto puede confundir al niño o a la niña a la hora de identificar un abuso sexual. 

Es bastante normal ver a una persona mayor decir “ya te ha crecido el pecho, eres toda una mujer”, te miran, te tocan, hablan de ti como si no estuvieras delante y eso es incómodo. Ningún niño o niña debería de pasar por eso, dejemos de pensar que es algo normal.

Al final estamos tan acostumbrados a que nos toquen desde pequeños, el pelo, la ropa las manos… que cuando tocan algo que no deberían, aunque no te guste esa sensación sientes que es lo que lo normal. Piensas “es lo mismo que cuándo te tocan el pelo”, al final te lo dicen y así lo crees. Después viene el engaño el “no se lo podemos contar a nadie” y el niño o la niña así lo hace porque nadie le ha enseñado el significado del consentimiento, nadie le ha enseñado a enfrentarse a una figura de autoridad como puede ser su padre, su abuelo o su tío. 

El niño o niña que es víctima de abuso sexual prolongado, generalmente desarrolla una pérdida de autoestima, tiene la sensación de que no vale nada y adquiere una perspectiva dañina de la sexualidad. Cuando pasa es muy difícil volver atrás, por eso desde aquí quiero pedir al Parlamento de Andalucía que ayude a prevenir estas situaciones implantando una educación sexual integral en los colegios para hablar de ello sin tabúes y evitar el abuso sexual en la infancia.