¿El contrato único e indefinido de UPyD?
Hola Agustín,
el "contrato único indefinido" es un modelo de contratación laboral que puede resumirse, para los que no somos técnicos en el complejo mundo del mercado de trabajo, como un sistema donde todos los contratos son indefinidos salvo unas pocas excepciones previstas por la ley, es decir, contratos sin una duración de tiempo prevista. Las excepciones son aquellas ocupaciones claramente temporales que citas, como los temporeros o jornaleros agrícolas que se contratan para una cosecha o un trabajo en el campo que sí tiene una duración claramente previsible y totalmente justificada. Otras ocupaciones del mismo caso son las de temporada turística, y las de sustitución de un trabajador por baja laboral.
Lo que hace el contrato único es prever que para esta clase de trabajos temporales haya un contrato temporal especial, no indefinido. Pero también que los derechos conseguidos en ese contrato temporal se acumularán para el siguiente contrato, exactamente como en los contratos indefinidos según el sistema llamado "mochila austriaca", que implica que cuando un trabajador cambia de empresa comienza en la nueva con los mismos derechos que tenía en la vieja, como la acumulación de la indemnización por despido, creciente a lo largo de su vida laboral.
Volviendo a los contratos temporales, es evidente que hay ocupaciones que son temporales por su propia naturaleza y no por decisión del empleador o por la coyuntura económica, como los trabajos agrícolas por los que preguntabas, o ciertos empleos del sector turístico, y las sustituciones por baja. En algunas regiones agrícolas y turísticas estos trabajos temporales representan una parte importante del mercado laboral, pero en muchas otras, como las industriales y de servicios de poca temporalidad, es muy pequeña.
El contrato único indefinido no pretende eliminar la realidad laboral, solo impedir el abuso de que el contrato temporal sea el modelo dominante y normal, como desde hace unos años está ocurriendo para los nuevos contratos que se hacen en España gracias a la reforma laboral de la que tan orgullosa, sin razón, está el gobierno de Mariano Rajoy.
No hay razón para estar orgullosos porque el resultado de esa reforma ha sido el crecimiento geométrico de la precariedad y la temporalidad laboral, de modo que un contrato normal acaba siendo sustituido por contratos por horas o por breves lapsos de tiempo. Ese sistema implica que obtener un empleo ya no basta para huir de la pobreza, debido a la escasa duración del empleo y a su baja remuneración. Y a la larga, eso es un desastre para el país.
No podemos competir con Marruecos o China con contratos mal pagados, ni es posible sostener el sistema de pensiones con las cotizaciones necesariamente bajas de los trabajadores temporales o precarios. En general, los salarios bajos generalizados solo consiguen el empobrecimiento general, la baja de la demanda interna, la inversión y el ahorro, y la imposibilidad de políticas, infraestructuras públicas y servicios sociales de calidad (sanidad, educación, dependencia) y, por tanto, el aumento de la desigualdad. La extensión de los bajos salarios, su normalidad, ponen en marcha un proceso de decadencia económica, social y política.
Profundicemos un poco en esto, porque es muy importante.
España es un país de economía desarrollada, entre las veinte más importantes del mundo. Sin embargo, desde el franquismo arrastra el problema de un mercado laboral dual, que provoca altas cotas de paro en cuanto hay una crisis económica debido a las llamadas "rigideces laborales", que hacen que el modo más fácil de ajustar el balance de una empresa sea despedir trabajadores mediante un ERE o cerrando. En efecto, otras alternativas como la reducción temporal de salarios o de horas trabajadas resultan prácticamente inviables en el viejo marco laboral.
Debido a leyes laborales paternalistas heredadas del franquismo, despedir es relativamente caro, y por lo tanto también lo es contratar con ese modelo de contrato. La consecuencia ha sido que cada vez se hacían menos contratos de ese tipo mientras los gobiernos sucesivos iban aprobando nuevos formas de contrato (hasta llegar a 44) que incluían bonificaciones para la contratación y también facilidades para el despido. Pues bien, ese es el mercado laboral dual: una parte menguante de los trabajadores con un contrato protegido, y una parte creciente con contratos peores, más precarios, peor pagados y débiles en derechos. Naturalmente, la mayoría de nuevos trabajadores incorporados al mercado laboral han tenido que aceptar esta segunda clase de contratos con menos garantías y más baratos para el contratante. El resultado es ese mercado laboral dual, dos mercados diferentes que coexisten sin mezclarse. Los perjudicado son los jóvenes, mujeres e inmigrantes, los últimos en incorporarse a ese mercado.
A diferencia de los viejos sindicatos y de las viejas patronales, que niegan los primeros que exista el mercado dual y los segundos que solo quieren despido barato, UPyD sí piensa que necesitamos una reforma laboral radical, pero la del contrato único indefinido. Es la única manera de que todos los trabajadores tengan los mismos derechos laborales con independencia de la empresa que les contrate o la fecha en que consigan un empleo. Es la mejor manera de luchar contra la precariedad y la temporalidad (haciendo la salvedad de los trabajos claramente temporales y con las garantías indicadas), y por tanto de eliminar progresivamente la doble plaga de los empleos mal pagados y del paro juvenil estructural. Esta es la idea y ese es el objetivo, recomendado por cierto por los mejores analistas y expertos en trabajo, y el que rige en países con mucho menos paro estructural que nosotros.
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He estado leyendo la propuesta de UPyD por el contrato único e indefinido y tengo una duda que no he encontrado respuesta por ahora.
¿Cómo afectaría este contrato a los trabajadores agrícolas temporales conocidos vulgarmente como "jornaleros"?
Gracias.