¿Por qué está UPyD a favor del TTIP?
Hola José,
Lo primero que debe decirse del TTIP es que todavía no existe, ni sabemos cómo será si llega a buen puerto. Ni siquiera se ha presentado un borrador a las instituciones europeas para su aprobación por la Unión y los Estados miembros. Este oscurantismo ha dado pábulo a todo tipo de rumores, como es natural. Desde los apocalípticos como que el TTIP será el fin de la legislación europea sobre empresas, consumo y medio ambiente (algunos lo llaman "golpe de Estado"), hasta descripciones idílicas presentando lo que sea que se esté negociando como la puerta del Paraíso.
Respecto a los acuerdos comerciales USA con países latinoamericanos, no les han ido tan mal a estos países si consideramos el crecimiento de la economía de muchos de ellos durante estos años, de lo que hay que felicitarse salvo que se prefiera la pobreza y el subdesarrollo por no se sabe qué prejuicios ideológicos, normalmente ecofundamentalistas, indigenistas o anticapitalistas. Pero las economías de la UE y USA son mucho más parecidas en escala y desarrollo que las de Perú, Chile o México comparadas con la de Estados Unidos. Y no deja de ser llamativo que los enemigos frontales del TTIP suelan serlo también de la UE: los ataques frontales que conozco al TTIP proceden de los mismos círculos contrarios al euro y la unidad europea. Pero es cierto que las críticas por opacidad y oscurantismo que se hacen a la UE por esta negociación secreta estás completamente justificadas. De hecho, son las culpables de que el TTIP se haya convertido en una fuente de rumores y acusaciones de todo tipo.
Uno de esos rumores falsos -procedentes por lo que veo de la Santa Alianza izquierdista-nacionalista- es que UPyD apoya el TTIP: es imposible porque no existe aún, de modo que no sabemos si lo podremos apoyar o no hasta que no haya un texto de acuerdo sometido a discusión, enmienda y votación. Sí sabemos lo que ese acuerdo debería incluir y lo que no. Así que vayamos por partes.
El TTIP (Transatlantic Trade and Investment Partnership o Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión) es el proyecto (bastante antiguo) de unificar los mercados comerciales y financieros de la Unión Europea y los Estados Unidos, suprimiendo arancales y barreras al flujo de productos y capitales. Para eso hace falta no solo un acuerdo entre los Estados, sino cambios en su legislación. Por ejemplo, las reglas europeas en materia laboral, de información al consumidor, protección del medio ambiente, calidad de los alimentos y muchas otras cosas son diferentes a las de Estados Unidos. Por tanto, las directivas europeas y una parte desconocida de las legislaciones nacionales deberían adaptarse al TTIP si llegara a aprobarse, y también las de Estados Unidos. La cuestión es que no se cambien a peor, sino a mejor.
Las ventajas económicas de un acuerdo así son evidentes: podrían aumentar la actividad económica europea y mundial gracias al libre comercio entre las dos potencias económicas principales del mundo. Pese al auge de China, una unión así daría a este área la primacía económica mundial y un interesante contrapeso al área del Pacífico, que se está formando bajo la imparable hegemonía de la nada democrática China. Para países con un paro masivo brutal, como es el caso de España, tiene mucho más atractivo, porque relanzaría la actividad económica europea, que es de la que depende el crecimiento de la economía española.
Los inconvenientes tienen que ver con los detalles, que son muy importantes: no es lo mismo un TTIP pensado para proteger a las multinacionales con posición dominante en un sector dado, que a empresas medianas y pequeñas y a nuevos competidores y sectores emergentes. Tampoco es lo mismo un TTIP que tenga como prioridad proteger los intereses sociales de la gente, que los de los grandes agentes económicos. Se diga lo que se diga, no son los mismos.
Como demostró la crisis financiera mundial de 2008, la desregulación de los mercados financieros, justificada por la supuesta capacidad de los agentes financieros de autoregularse para evitar daños sistémicos, fue un error político de primera magnitud. Lo hemos terminado pagando los ciudadanos en forma de rescates bancarios, recesión, deuda pública, paro y desigualdad rampante. Desregularizados y sin supevisión, los agentes y mercados financieros se dedicaron a ganar dinero mediante la venta de productos tóxicos como las hipotecas subprime y otros engendros que formaron una desastrosa burbuja financiera e inmobiliaria. Por tanto, no debemos confiar en que no vuelve a ocurrir algo parecido con un TTIP desregularizado sin vigilancia y control riguroso, a cargo de supervisores independientes que respondan ante las instituciones democráticas, y por tanto ante todos nosotros.
Es fundamental evitar que el TTIP repita esos errores que provocaron la crisis de 2008, y ahora el aumento rampante de la desigualdad social. Si hay acuerdo, será bienvenido sólo si deja claro que la legislación, regulación y supervisión de cosas tan importantes como la industria agroalimentaria, la energía o la protección laboral y del medio ambiente, así como los tráficos financieros y sus cargas fiscales, quedan garantizadas equitativamente. Sin retrocesos en los estándares de calidad ni en el papel supervisor de las instituciones encargadas de hacerlo. Si en Estados Unidos no le dan importancia a comer carne de animales tratados con antibióticos o fármacos, quizás no podamos evitarlo, pero sí podemos negarnos a que esa clase de carne se comercialize sin información en las Unión Europea. La información veraz de lo que se está consumiendo y cómo se ha producido es irrenunciable. Un TTIP que no garantice esta seguridad y esta calidad democrática no contará con nuestro apoyo, sino con nuestra oposición.
El problema principal es este: que no sabemos qué se está negociando en el TTIP. Esta opacidad no solo está fuera de lugar, sino que permite sembrar sospechas sobre un acuerdo que, bien hecho y con garantías democráticas de debate público y negociación con participación de los agentes sociales y civiles, sería una estupenda noticia por el impulso que daría a la salida de la crisis económica y a la integración económica internacional.
Pero hasta que no sepamos qué se acuerda, es completamente ocioso o malintencionado decir que UPyD apoya o deja de apoyar lo que no deja de ser un proyecto del que se sabe muy poco. Lo que exigimos ya es información y transparencia para el TTIP, y de hecho estamos trabajando en algunas iniciativas en este sentido en el Parlamento Europeo.
Gracias por la pregunta y un saludo a todos.
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Hola:
he estado leyendo algunas opiniones bastante catastrofistas sobre el Tratado de Libre Comercio entre Europa y EEUU. Parece que ese tratado puede tener consecuenciascomo pérdidaderechos básicos, privatizaciones, dar más libertad a los poderes económicos. Dichas opiniones ponen como ejemplo un tratado similar entre EEUU y Latinoamérica que tuvieron dichos resultados.
Un ejemplo: http://www.eldiario.es/euroblog/Europa-EEUU-tratado-comercio-secuestro_6_321327890.html
¿Que tienen de verdad esas opiniones? ¿Por qué lo apoya UPyD? ¿Cuáles son las consecuencias reales del tratado a tu juicio?
Gracias por la respuesta y por tu trabajo en el Congreso.