Pregunta para Parlamento de Catalunya
La donación de hígado y de riñón se puede hacer sin poner en riesgo la salud del donante. ¿Para cuándo más campañas de información sobre la donación en vida, sobre todo la de riñón?
Me llamo Carmen, soy de Sant Feliu de Llobregat (Barcelona) y tengo 41 años. Cuando tenía tres o cuatro, me diagnosticaron una enfermedad hereditaria que afecta a diferentes niveles, entre ellos la función renal. Desde pequeña fui visitándome en el Hospital Sant Joan de Déu y luego, cuando cumplí los 18, pasé a visitarme en el Hospital Clínic.
No tengo muchos recuerdos de las visitas que tuve en la infancia y adolescencia, pero sí recuerdo perfectamente la primera consulta que tuve en el Clínic. La doctora me anticipó que, tarde o temprano, acabaría necesitando una diálisis y un trasplante de riñón. Fue una noticia dura para mí, pero con los años me fui mentalizando.
A los 30 años empecé a tener insuficiencia renal, es decir, ninguno de los dos riñones trabajaban lo suficiente. Entonces ahí empezaron los trámites para la diálisis y para buscar un donante de riñón.
La espera puede variar mucho en función de la suerte o mala suerte que se tenga para encontrar un órgano compatible. Hay gente que no se ha tenido que esperar ni dos meses, y hay otra que se tiene que esperar años, como me ocurrió a mí. Pasaron tres años hasta que por fin pudieron hacerme el trasplante con éxito.
Algo que no sabe mucha gente es que en un trasplante renal no se quitan los riñones que han dejado de funcionar, sino que se dejan ahí (a no ser que haya que quitarlos por máxima necesidad) y se implanta el nuevo riñón en la fosa ilíaca, por la zona de la ingle. Así pues, ahora tengo tres riñones, aunque solo uno me funciona bien.
En mi caso, el riñón provenía de un cadáver, pero en realidad siempre es más recomendable que el donante sea una persona viva, ya que las probabilidades de éxito son mucho más altas. Es normal que a la gente le dé respeto pensar en donar órganos en vida, pero lo cierto es que actualmente es un proceso muy seguro y que podría salvar muchas vidas.
Existe el llamado “donante altruista”, que es aquella persona que dona un riñón sin saber a quién irá. Gracias a este acto, una persona ha podido salvar no solo una vida, sino a veces más de una, a través de la “donación cruzada”. Esta consiste en intercambiar parejas de donantes y receptores que no eran compatibles pero, haciendo este cambio, sí lo son entre ellos.
Por supuesto, llegar a hacer una donación así implica pasar por muchísimas pruebas físicas, psicológicas, e incluso pasar por un juez, para garantizar que no supondrá problemas de salud para el futuro. Aun así, puedo entender que no todo el mundo quiera hacerlo si no es para salvar a una persona cercana.
En cambio, la donación de hígado es un proceso mucho más conocido y menos condicionante. ¿Sabían que el hígado se regenera solo? Esto significa que una persona puede donar una parte de este órgano, que acabará regenerándose y quedando igual que antes, y la parte donada también se formará en el cuerpo del receptor. Es sorprendente todo lo que puede hacer el cuerpo humano.
Es por todo esto que quiero dirigirme a los miembros del Parlament de Catalunya, ya que soy de Catalunya y son mis representantes en dicha cámara, para que se lancen más campañas sobre la donación en vida, un acto que podría salvar a muchísimas personas y que protege al máximo la salud del donante.
España es uno de los primeros países en donación y trasplantes de órganos, es increíble lo bien que funciona el sistema y lo avanzado que está respecto a muchos otros países en cuanto a la donación de cadáver. Creo que debemos ser conscientes de la suerte que tenemos en este sentido, pero a la vez estar informados de todas las opciones que tenemos, tanto como donantes como receptores.