Desde el Observatorio Contra el Acoso Chile (OCAC) y junto a otras organizaciones y espacios de articulación feminista, hemos hecho diferentes diagnósticos de la realidad de violencia de género que se vive hoy en el país, desde distintos tipos de aristas que comprenden no sólo manifestaciones como la violencia económica, sexual, psicológica y física, sino también los distintos ámbitos o espacios en que tiene lugar como los laborales, educacionales y en el mundo digital.

El disfrute de una vida libre de violencia para las mujeres es un derecho humano, pero hoy todas las políticas públicas que existen para garantizar este derecho quedan cortas, porque no logran abordar todas las dimensiones que contiene la violencia de género. 

Nosotras, como OCAC, impulsamos la ley contra el Acoso Sexual Callejero, además estuvimos participando en el Consejo de la Sociedad Civil (COSOC) del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, pero, como señal política, luego del 18 de octubre del 2019 decidimos abandonar públicamente dicho espacio, por la violencia política sexual que se estaba ejerciendo durante la revuelta frente al silencio cómplice de las autoridades de la materia. 

Si bien en tiempos de pandemia ha existido una cierta intención de desarrollar algunos programas para prevenir la violencia, estos han sido absolutamente insuficientes. La Mascarilla 19 es un ejemplo, primero porque solamente se enfocaba en la violencia intrafamiliar y no en otros tipos de violencia y por otro lado, porque los funcionarios no tenían idea de que se trataba, no hubo una preparación previa o capacitaciones al respecto. Entonces, puede haber una muy buena intención, pero cuando no tenemos un enfoque de género en la política pública que se va a implementar para frenar la violencia, ésta se torna en algo completamente vacío y sin un objetivo real de fondo. 

Asimismo, es importante considerar que no basta solamente con sancionar la violencia de género en todas sus formas. La sanción es sin duda necesaria para darle una respuesta hoy a las víctimas de violencia, pero también hay que prevenir, acompañar y reparar. En este sentido, es clave la educación no sexista y la educación sexual integral, ya que estos proyectos van a dar un marco cultural más amplio para combatir con mejores herramientas la violencia de género y erradicar el origen de la misma, es decir, el sistema patriarcal.

Tenemos la esperanza que en este proceso de elaboración de una nueva constitución salga el principio general y la obligación real del Estado de garantizar una vida libre de violencias. Es decir, que esté en una norma de carácter constitucional, como un gran paraguas y que desde ahí podamos exigirle al Congreso, a los tribunales de justicia y a las instituciones en general, el cumplimiento de este principio y las acciones concretas para llevar a la práctica el resguardo de ese derecho humano. 

A su vez, también apostamos por un sistema que no sea tan presidencialista, porque en materia de género se requiere mucho presupuesto y, bajo el sistema actual del poder ejecutivo, pasa que, ingresamos proyectos de ley con el patrocinio de diputadas, diputados y senadores y se caen porque no podemos tocar el presupuesto de la nación. No nos podemos quedar solamente con el enunciado, sino que se deben generar las condiciones de posibilidad para garantizarnos una vida libre de violencias y eso una nueva Constitución lo puede entregar, plasmando todos los cambios que se requieren a nivel de sistema y poderes del Estado. 

Necesitamos vivir sin violencia, pero ¿cómo lo garantizamos? ¿Permitirán las autoridades políticas, constituyentes y legisladores, crear las condiciones necesarias para asegurar este derecho? 

Necesitamos el apoyo de todas y todos ustedes, ya que, si conseguimos 400 apoyos, esta petición llegará a las y los parlamentarios de la Cámara de Diputadas y Diputados y nos tendrán que dar una respuesta en esta misma web. Ayúdanos haciendo clic en el botón “apoyar” y difundiendo.