Pregunta para Parlamento de Andalucía
Me cortaron el pelo a la salida de clase y mi acosadora no ha recibido ningún tipo de castigo. ¿Por qué se sigue poniendo el foco en las víctimas y no en los acosadores?
Mi nombre es Chafi, tengo 14 años y vivo en Málaga. Hace tiempo que sufro acoso escolar por parte de una chica de mi instituto. Sin embargo, a pesar de haberme agredido física y verbalmente no ha sido expulsada ni ha recibido ningún tipo de castigo. ¿Cuándo dejarán de poner el foco en las víctimas y empezarán a ponerlo en los acosadores?
El problema empezó cuando difundieron un vídeo íntimo de esta chica por Internet. Se hizo viral y todo el mundo lo tenía guardado en sus teléfonos incluida yo. Al principio no me di cuenta de la importancia del asunto, pero pronto vi que se trataba de algo grave así que le hablé a esta chica para pedirle perdón ya que yo también había mandado ese vídeo a dos amigas. Me sentía fatal, es algo que no me gustaría que me hicieran a mí y aunque no tuviéramos mucho contacto pensé que por lo menos debía disculparme. Pero todo se volvió en mi contra.
Esta chica acabó denunciándome a mí y a dos chicos más. Debido a esto, fui expulsada del instituto durante un mes y acabé repitiendo curso con la mala suerte de acabar juntas en clase. Aquí es donde el acoso empezó a hacerse visible. Me insultaba y amenazaba por Instagram diciéndome que me iba a hacer la vida imposible porque yo había destrozado la suya.
Además, intentó poner en mi contra a toda la clase y me quedé completamente sola. Solo tenía una amiga y cuando ella no estaba no podía hablar con nadie. Solía irme al baño a llorar porque no soportaba ese vacío. Parecía que cuando ella estaba en clase nadie podía dirigirme la palabra.
Hace unos días la cosa fue a más. Estábamos en la clase de valores éticos cuando una compañera me avisó de que esta chica y su grupito me habían quitado una libreta y que estaban hablando sobre seguirme hasta casa y cortarme el pelo con unas tijeras.
En cuanto supe esto me quedé paralizada y acudí corriendo a contarlo al equipo docente para que hicieran algo. Lo mínimo hubiera sido cambiarme inmediatamente de clase, pero el profesorado pensó que la amenaza no tenía relevancia. Aún así, el conserje del centro se ofreció a acompañarme por si me esperaban a la salida.
Tal y como me habían avisado, allí estaba, persiguiéndome a cada paso. Intenté ir lo más rápido posible y me agarré al brazo de una amiga. Entonces noté un estirón de pelo y empecé a escuchar el ruido de las tijeras. Notaba la presión del acero clavándose en mi cuello y me quedé inmóvil. Mucha de la gente que estaba alrededor intervino para frenarla, pero acabó cortándome gran parte del cabello. Después de eso cogió una piedra y me la tiró con fuerza. Gracias a que me movieron, me dio en la cadera y no me hizo el daño que podría haberme causado.
Cuando llegué a casa mi madre me recibió llorando. No era la primera vez que habíamos intentado hablar con su familia sin obtener ninguna respuesta positiva. Ella misma mientras me agredía decía que su madre le había dicho que me pegara de una vez.
La situación se ha vuelto insostenible y he logrado que me cambien de clase. Sin embargo, ella no ha sido castigada ni expulsada del centro. Desde aquí quiero pedir al Parlamento de Andalucía que se tomen medidas, no solo en mi instituto, sino en todos los centros escolares, para proteger a las víctimas. Necesitamos que se ponga el foco en los acosadores y no en los acosados.