Pregunta para Asamblea de Madrid
Soy Coke, y soy paciente de linfoma de Hodgkin. ¿Por qué cuando te diagnostican cáncer la Sanidad Pública no garantiza la preservación de esperma ni informa adecuadamente sobre el proceso?
Hola a todos,
Lo primero de todo, me presento. Me llamo Jorge, o me conocerás como Coke, si eres una de esas personas cercanas a mí. Tengo 30 años y soy de Madrid. Desde hace cerca de 6 meses la palabra cáncer se presentó en mi vida, obligándome a convivir con ella, en primera persona.
A menudo parece que, aunque la presencias, cercana a ti, golpeando a gente que te rodea, permanecerá ajena a tu vida y tu realidad. Y no siempre es así. De repente un día te miras al espejo y te preguntas: ¿Cómo puedo tener cáncer? ¿Yo? Si en la vida me he puesto malo siquiera… Deportista, activo, sano… Eso mismo me preguntaba yo pocos días antes de confirmar el diagnóstico y cuando este se volvió real.
Todo comenzó una tos bastante fuerte que arrastré durante un tiempo. Un catarro mal curado, una faringitis, me decía… Pero lo fui dejando estar, hasta que un día escupí sangre y llegó la preocupación. Mi médico solicitó que me realizasen una radiografía y en ella podía verse “algo raro” en la zona del tórax. Una posterior ecografía confirmaba que tenía un nódulo bastante grande. Había que biopsarlo porque podía ser maligno. Y en efecto. Inicialmente, los médicos creyeron que padecía cáncer de tiroides y había que operar de inmediato, y fue lo que creí durante una semana. Pero finalmente esta opción se descartó y así fue como recibí el diagnóstico definitivo: tenía un linfoma de Hodgkin.
Entonces llegan las preguntas, las dudas, los miedos, el shock. Psicológicamente fue difícil de asimilar, para lo bien que me encontraba físicamente. Tendría que enfrentarme a 12 sesiones de quimioterapia y 15 de radioterapia. Y antes de iniciar el tratamiento me encontré con el que fue quizá el único problema de este proceso y la razón que me ha llevado a manifestarme hoy aquí. Yo era consciente de la posible pérdida de fertilidad, por lo que solicité preservar mi esperma. Mi doctor, en la Fundación Jiménez Díaz -Hospital en el que me han tratado hasta la fecha-, y del que solo tengo palabras de agradecimiento, me dijo que podíamos solicitarlo sin problema. Pero de allí me redirigieron a mi hospital de referencia, La Princesa. Y entonces empezaron las trabas. Idas y venidas, nadie sabía nada, no daban con el departamento indicado y, cuando por fin damos con la clave, me emplazan a esperar unos 2 o 3 meses. Yo empezaba la quimio en apenas unas semanas. Necesitaba otra opción.
De ahí que terminase acudiendo a la Sanidad privada donde, por ser paciente oncológico, el tratamiento era gratuito, según me informaron. Más tarde me enteré que, pasados los 6 primeros meses, hay que pagar una tasa por mantenimiento… Y mi pregunta es: ¿Cómo es posible que ocurran este tipo de cosas? ¿Acaso no es incongruente que un paciente que debe que empezar su tratamiento de inmediato, tenga que esperar meses para someterse a un tratamiento de conservación de esperma? ¿Cuándo se van a agilizar estos procesos en la Sanidad Pública? Por ello quiero extender mi reivindicación a mis representantes políticos en la Asamblea madrileña, para ningún otro paciente joven tenga que pasar por la misma situación. La incertidumbre, las preguntas y los miedos te avasallan en esos momentos… ¿Por qué no se facilitan el resto de trámites?
A día de hoy he terminado el tratamiento, aún arrastro algunos efectos secundarios leves y en unos meses me someteré a un pet-tac para confirmar la remisión de la enfermedad. Por lo que, si todo va bien, podré comenzar mi propia desescalada hacia la normalidad.
Y, con todo ello, quiero mandar un mensaje positivo y esperanzador. Tras recibir el diagnóstico, entras en shock. Al final, es la experiencia más cercana a la muerte a la que quizá te enfrentas, con apenas 30 años y tantas cosas por vivir. Pero con actitud, sumado al apoyo de tu familia, pareja y amigos, se supera todo. Al atravesar situaciones así, te das cuenta de que ellos son lo más importante de tu vida. La quimio, la radio… Son palabras a las que miramos con recelo, procesos por los que sentimos auténtico pavor, porque a veces destruyen, pero ¿sabéis qué? Son llevaderos. Yo no he experimentado demasiados efectos secundarios. Me siento afortunado, sí. Pero creo que también necesitáis escuchar testimonios como el mío, porque todo puede salir bien.
Y por último, muchas gracias por llegar hasta aquí, por leer estas líneas y conocer mi historia, por compartir esta campaña y dar visibilidad a mi caso.