Pregunta para Asamblea de Madrid
Los arqueólogos nos vemos obligados a tolerar la precariedad en el entorno académico y, al salir al mercado laboral, normalizamos esa precarización. ¡Firma por un convenio colectivo que nos proteja y porque por fin se nos reconozca como profesión!
Desde la Coordinadora Madrileña de Arqueología (COMARQ) queremos exponer la precariedad que rodea a la profesión y la serie de prácticas abusivas que sufrimos los trabajadores del sector. La arqueología es una profesión predominantemente vocacional, por lo que se asume que se nos puede explotar fácilmente y sin consecuencias.
Es muy difícil definir la profesión de la arqueología a día de hoy, ya que no está reconocida como profesión. Desde los estudios universitarios hay una formación teórica y una práctica que se basa en voluntariados, gabinetes… que son caldo de cultivo para la explotación de los estudiantes. De forma general, en las excavaciones urge mucho trabajo de fuerza bruta y no ofrecen una formación sólida como debería ser. Se ven como prácticas curriculares por las que no se recibe ninguna bonificación e incluso, si hablamos de voluntariados, somos nosotros mismos los que tenemos que pagar. Es decir, damos nuestra mano de obra y, además, tenemos que pagar por ello.
Si los arqueólogos nos vemos obligados a tolerar este tipo de prácticas a nivel académico, cuando salimos al mercado laboral la cosa no mejora. La mayoría de trabajos arqueológicos son a través de licitaciones y subcontratas. Normalmente estos proyectos se presupuestan muy a la baja y acaban ahorrando dinero a costa de los profesionales de la arqueología. También hay un enorme porcentaje de trabajadores que son falsos autónomos y el tema de los fichajes se utiliza para reducir horas por las que pagarnos. Es decir, nos hacen firmar contratos de 35 horas semanales, nos hacen fichar 35 horas semanales, pero después trabajamos una jornada completa sin cobrar las horas extra.
Los voluntariados son una vía fácil para tener mano de obra precaria. En estos nos encontramos ante la primera fase de precariedad regalando nuestro trabajo y al salir al mercado laboral acabamos por normalizar esa situación precaria y la asumimos. Al no existir como profesión, a nivel institucional estamos completamente vendidos. A veces nos contratan bajo el convenio de jardinería, otros desde el convenio de oficinas y despachos… no estamos cubiertos en ningún aspecto. Por normal general nos contratan como peones teniendo funciones de oficiales de primera lo cual acaba afectando a nuestra base de cotización. Las empresas se aprovechan de nuestra vocación para pagarnos menos. Además, hablamos de una profesión estacional que nos hace vivir como nómadas gran parte del tiempo.
La arqueología está muy romantizada, pero vivimos bajo la precarización absoluta. Se nos cataloga como un sobrecoste o como aquellos que vamos en contra del progreso, cuando somos quienes trabajamos por un bien colectivo. Por ello queremos dirigirnos a los miembros de la Asamblea de Madrid. Necesitamos un trato igualitario entre todos los arqueólogos y un convenio colectivo que nos proteja con más refuerzo. Los políticos deberían empezar a preocuparse más por la arqueología. Que hablen con nosotros, nos tengan en cuenta y escuchen al pueblo en vez de alinearse con promotoras y constructoras. Que empiecen a proteger la ley de suelo con arqueólogos en las mesas de negociaciones. Es necesario que nuestras demandas sean escuchadas desde las asociaciones e instituciones que hay a nivel nacional y que por fin se nos reconozca como profesión.