La ausencia de referentes femeninos en el ámbito de la ciencia influye en la invisibilidad de muchos de los logros de las mujeres. ¿Cuándo se va a apostar por llevar la ciencia real a las aulas de los colegios?
Mi nombre es Cristina y soy Bióloga. Estuve dos años investigando en un laboratorio de Microbiología.
Durante mis años como investigadora he podido ver como algunas de mis compañeras científicas han tenido problemas para incorporarse a algunos grupos de investigación por el hecho de ser mujer, ya que preferían coger a un chico aunque tuviera el mismo currículum. Otra de las cosas que me llamó la atención fue que en los puestos de dirección la mayoría eran hombres.
Si me remonto a la época del instituto recuerdo que en las prácticas en el laboratorio de química la mayoría eran chicos, porque, sobre todo, eran ellos los que de mayores se querían dedicar a la ciencia.
Mi sensación es que tanto los chicos y chicas como los mayores en general lo que tienen en mente es lo que ven en las películas o en la televisión: el científico casi siempre es un hombre y por lo general es un “loco” o que lo que hace es algo “malo”. Lo que distorsiona completamente la realidad, y lo que lógicamente no atrae en absoluto a que quieran ser iguales de mayores. Para que la ciencia no parezca algo solo de chicos hay que dar a conocer lo que es la ciencia de verdad.
La ciencia es el estudio de lo que nos rodea, gracias a ella podemos conocer e investigar fenómenos ambientales como la erupción de los volcanes, emplear modelos matemáticos para identificar la calidad del aire, desarrollar vacunas como la de la Covid-19, entre muchos otros.
Se me viene a la cabeza la gran científica olvidada Rosalind Franklin, quien fue la primera en descubrir la estructura de doble hélice del ADN, sin embargo, estudiamos únicamente a Watson y Crick como los descubridores de esta estructura. También a la gran Margarita Salas, bioquímica española que determinó la direccionalidad de la lectura de la hebra de ADN, quien contó en primera persona la discriminación que sufrió por el hecho de ser mujer, lo que propició que se fuera a Nueva York donde empezó a ser valorada como científica.
Hoy en día a pesar del avance en los reconocimientos, las mujeres siguen sin tener los mismos privilegios y oportunidades que los hombres para desarrollar su profesión científica y para progresar en ella hay que trabajar para que esta situación cambie.
Por ello, unas de las medidas que se deberían impulsar es darle más importancia a la ciencia en las aulas de colegios e institutos, y hacer ver a los niños y niñas que ellas también pueden ser científicas y que son igual de válidas que los chicos para dedicarse a ello. Por ejemplo, mediante jornadas interactivas en las que puedan conocer a mujeres científicas que les cuenten su trabajo y experiencias de primera mano, de modo que los chicos y en especial las chicas puedan decidir si es a lo que se quieren dedicar de mayores con más criterio.
El papel de la ciencia es muy importante y hay que transmitirlo a los niños y niñas que podrían ser los grandes científicos y científicas del mañana.