Soy Héctor Cabrera, más conocido en redes sociales como Héctor Social. Soy oriundo de Pitalito, Huila, pero vivo hace más de 14 años en Santa Marta, Magdalena. Soy víctima del conflicto; mi papá fue asesinado y mi familia desplazada.
Con el respaldo de las comunidades que me rodean y porque creo que todos tenemos una responsabilidad social con los demás, desde hace un año, en plena pandemia, empecé a ayudar a quienes más lo necesitan. A la fecha, he reunido insumos médicos, alimentos y materiales para viviendas de unas 1.500 personas colombianas, migrantes y con discapacidad de bajos recursos.
Te invito a continuar leyendo mi historia, a darle clic en apoyar y compartir para que más colombianos conozcan mi labor y llamemos la atención del Congreso de la República. Si esta petición llega a 350 firmas, nos responderán a través de Osoigo.
He recorrido la Costa Caribe colombiana porque fui militar, lo que me permitió conocer el olvido estatal en muchos municipios. A raíz de un accidente, tuve que hacer de todo para sobrevivir, hasta que llegó la pandemia en 2020 y acabó con mi emprendimiento de arepas.
Entonces decidí pedir donaciones de alimentos a través de redes sociales, no solo para mi familia, sino para mis vecinos y conocidos del barrio Luis R. Calvo de Santa Marta, que tanto los necesitaban. Tomé mi moto y barrio a barrio, recogí paquetes, libras, unidades de elementos de aseo y todo aquello que pudiera suplir necesidades básicas.
Ese fue el impulso que necesité para hacer realidad las ideas que durante años había tenido en mente. Toqué puertas de fundaciones, organizaciones y empresas. Realicé publicaciones por redes sociales y las personas me empezaron a buscar para pedirme comida, medicamentos y materiales para construir sus casas.
El resultado ha sido espectacular. La voz a voz me ha permitido ayudar a cientos de familias de bajos recursos, migrantes venezolanos y colombianos en extrema pobreza, como, por ejemplo, a una mujer que estaba muy enferma y tiene una hija tiene con discapacidad. Su vivienda estaba a punto de caerse, un cuñado donó un lote y ladrillo a ladrillo aparecieron todas las herramientas para entregarles una nueva casa. Este es apenas un caso, pero como ellas, hay miles de hogares que están rezagados, abandonados por nuestros políticos.
Estos resultados han sido posibles gracias a la gestión, solidaridad, bondad y amor al prójimo. La invitación, también es a que me sigan respaldando, para seguir ayudando a muchas familias más.
Por eso, aunque me considero neutral frente a la política, siempre he cuestionado por qué nuestros dirigentes después de las campañas se olvidan de la gente, y por qué hay tantas personas que ingresan a ese sector sin tener calidad humana ni conocer las necesidades de los más pobres.
Como líder social, opino que es necesario que la clase política conozca las necesidades de su país; de esta manera existirán proyectos de ley más cercanos y menos superficiales.
¿Cómo lograrlo? Es fundamental que desde el colegio se discuta el tema social, que a los niños se les haga énfasis en la ética y los valores para que desde jóvenes se pongan en los zapatos de los demás y luego puedan tenderle la mano a quien lo necesite. No es dar de lo que sobra, sino de lo que uno tiene.
Sueño con reactivar el comedor comunitario que inicié hace unos meses y con tener mi fundación constituida. Pero más allá de eso, anhelo cambiarle el pensamiento a las personas, que sean bondadosas y no les cierren las puertas a aquellos colombianos que trabajamos en lo social.
Si yo puedo, ¿Por qué el Congreso no se compromete a donar un día de salario para mejorar la calidad de vida de las comunidades que más lo necesitan? ¡Firma para que tengamos políticos más sensibles y cercanos! Si esta petición llega a 350 apoyos, obtendremos respuesta en Osoigo.
Recuerda, la política debe estar al servicio de los ciudadanos y no al contrario.