Es necesario que la ATU y la policía trabajen coordinados para sancionar a los conductores que incumplen la ley
A partir del año 2019, la competencia de transporte ha sido trasladada a la Autoridad del Transporte Urbano para Lima y Callao (ATU). Esta institución es la encargada de hacer operativos para sancionar a los conductores informales. Pero también se necesita el apoyo coordinado de la policía, ya que muchos de esos conductores huyen de los inspectores y se dan a la fuga. En cuanto a la justicia de las víctimas, es una competencia del poder judicial que requiere de vigilancia ciudadana a fin de que se sanciones a los conductores que incumplen la ley.
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Mi nombre es Miriam Pascual y soy madre de Salvador, un joven de 17 años que vio frustrada su carrera y sus sueños producto de un accidente de tránsito provocado por un chofer imprudente.
Mi hijito siempre ha sido muy activo. Siempre involucrado en deportes variados. Desde los 6 años tuvo el deseo de ser bombero, y por eso lo metimos a la escuela de mini bomberos Magdalena Nro. 36. Ese era su lugar feliz, siempre participando de todas las actividades y viajando junto al primer equipo de niños montañistas de todo el Perú.
En el colegio también fue siempre un alumno destacado, buscaba ser alguien digno de admirar. Todo el 2020 estuvo con clases virtuales, sacando muy buenas notas. Por motivo de la pandemia, yo ya no le permitía salir. Le daba advertencias sobre lo que me podía pasar a mi o a su padre si es que él se contagiaba. Él lo entendía y seguía estudiando. Se estaba preparando para entrar a la UNI, porque su sueño era ser ingeniero y que ni yo ni su papá tengamos que trabajar, además de estar a punto de recibir su certificado por haber terminado el inglés. También ya se estaba alistando para postular formalmente a la compañía de bomberos.
En el mes de octubre, el gobierno habilitó la salida de bicicletas los días domingos. Salvador estaba muy emocionado y vino a pedirme permiso para salir con un amigo. Yo estaba asustada, él es mi único hijo y no quería que le pase algo malo. Si bien tenía mis reparos, él siempre me ayudaba mucho en la casa, en mis clases virtuales; pensé que se había ganado el permiso para salir a pasear en bicicleta. Eran las 5:00 p.m. y él me dijo que regresaría en una hora.
Yo lo llamé a las 5:45 p.m. y no me contestaba. Me preocupé y le conté a mi esposo lo que pasaba. Él me dijo que me calmara y que pronto estaría de vuelta. Fue entonces que nos contestó el amigo de Salvador, desde el celular de mi hijo, para darnos con la peor sorpresa de nuestras vidas: lo habían atropellado. Un chofer imprudente que había sacado su auto en un día restringido lo había impactado.
Salimos disparados de casa. Los bomberos, esos mismos a los que él había pertenecido, lo rescataron y lo llevaron a una clínica cercana. Allí ingresó con politraumatismos, la mandíbula fracturada en tres partes y con los pulmones reventados. El doctor que lo atendió me dijo que tendría que esperar a que mi hijo sobreviva los tres primeros días para recién ver si podían hacer algo por él. Yo estaba devastada y no pude conciliar el sueño, siempre rezando y rogando para que mi Salvador siga vivo.
Y así lo hizo. Para el 29 de octubre ya lo pudieron operar de la mandíbula. El estar entubado tanto tiempo también le produjo una estenosis en la tráquea, por lo cual también tuvo que ser intervenido. Estas dos cirugías tuvieron un costo altísimo, por eso tuve que recurrir a préstamos y algunas actividades, todo para que la salud de mi hijo mejore. Yo también tuve problemas porque mi trabajo como profesora de inicial se vino abajo, ya no tenía los ingresos que necesitaba mi Salvador.
Ya cuando lo traje a mi casa, poco a poco fue reaccionando. Mi hijito, tan listo para comerse al mundo, volvió a comportarse como un bebé. Tuvo que aprender a comer de nuevo, a hablar, a caminar. Todo ha sido un proceso, muy difícil, que mi familia ha tenido que afrontar. Él aún tiene deseos de convertirse en el hijo que nos va a enorgullecer y nosotros creemos en él.
Por eso, siempre seguiremos luchando. Por eso, emprendemos esta campaña para obtener justicia, no solo por él, sino por todas las víctimas de accidentes de tránsito que no la encuentran. Ya fue suficiente miedo el que hemos sentido por el simple de hecho de poner un paso fuera de nuestras casas, de cruzar una pista, de manejar una bicicleta.
Hoy, pido tu ayuda para que las autoridades me escuchen y pongan atención a esta situación que debe ser corregida con urgencia. Si logramos recolectar 300 firmas en el portal de Osoigo Perú, miembros del Congreso de la República, actuales y electos, tendrán que respondernos y hacer justicia para todos los peruanos y peruanas. Solo tienes que hacer click en “Apoyar” y ayudarme a difundir esta campaña con todos tus contactos de Whatsapp y otras redes sociales. Salvador y yo estaremos siempre agradecidos.