Me llamo Elena y vivo en Madrid. En 2004, cuando tenía 35 años y dos niños pequeños, me noté un bulto enorme en el pecho y me diagnosticaron una mastitis. Acudí inmediatamente a una clínica privada, donde me diagnosticaron un cáncer de mama ductal infiltrante con metástasis. Me practicaron una mastectomía radical del pecho derecho, eliminaron los ganglios linfáticos y realizaron una reconstrucción mediante varias intervenciones quirúrgicas. Para tratar este cáncer, necesité someterme, además, a un tratamiento de quimioterapia, a uno de radioterapia y a un tratamiento hormonal que duró cinco años. La radioterapia, previa a la reconstrucción provocó un daño irreversible en los tejidos que da lugar al encapsulamiento continuado de las prótesis. Conocí y empecé a recurrir a la medicina antroposófica, cuyos tratamientos me ayudaron a recuperar las defensas entre ciclo y ciclo. 

En 2011 me detectaron y quitaron un adenoma rectal que por la ubicación era muy difícil de operar. Tuve que esperar mucho tiempo para que me intervinieran porque hay poquísimos cirujanos cualificados para hacerlo. No necesité ningún tratamiento posterior a la intervención. 

En 2017, después de practicarme una ecografia seis meses antes sin constatar ninguna alteración, las ginecólogas me diagnosticaron un tumor que medía entre 10 y 12 centímetros ubicado en el ovario derecho, y que según me comentó el cirujano, llevaba allí más de 6 meses, incluso más de 1 año. Las ginecólogas consideraron que seguramente era una metástasis del cáncer de mama que padecí anteriormente, por lo que decidieron que no se quitaría el útero. Yo estaba convencida de que se trataba de un tumor primario. 

Me programaron la intervención quirúrgica. Había afectación en los dos ovarios y también metástasis, que no sabían si podrían eliminar por lo complicado de su ubicación. Con los resultados de la operación, constataron que se trataba de un tumor primario de ovarios y después de someterme a un tratamiento de quimioterapia, con muy mala tolerancia por mi mal estado general y por los efectos acumulados de la anterior quimio, me intervinieron de nuevo para quitarme el útero. Aunque los cirujanos que lo hicieron son magníficos profesionales, se podría haber hecho una única operación y haberse evitado esta última. 

En 2018 me practicaron las pruebas para determinar si soy portadora del gen BRCA2 y salieron positivas, así que en 2019, a modo preventivo, me practicaron una doble mastectomía con reconstrucción. 

Debido a la acumulación de tratamientos y a la afectación de las enfermedades que he padecido, tengo muchos efectos secundarios relacionados con dolor abdominal, neuropatia periférica, cansancio crónico y secuelas psicológicas. Durante todo este tiempo he vivido como he podido en relación con el hecho de no poder trabajar, cuando se te acaba la baja laboral 'dejas de existir' para la sociedad en general. Ahora he vuelto al mundo laboral, pero aún me siento cansada a pesar de considerarme una persona muy activa y enérgica. 

Los fármacos protocolados han sido un elemento importante en relación con mi curación, pero he necesitado recurrir a otros especialistas que aplican terapias basadas en elementos naturales para complementar los tratamientos convencionales, y que sobre todo, tienen una visión holística de la enfermedad. En este sentido, la medicina antroposófica ha sido crucial, ayudándome a fortalecer las defensas para resistir los efectos de los tratamientos químicos; y otros especialistas en alimentación y medicina natural para conseguir una recuperación progresiva. Considero que hay que tener en cuenta la toxicidad sobre el cuerpo de los tratamientos contra el cáncer y empezar a apostar para incluir otras fórmulas a nivel complementario y suplementario que ayuden a revertir los efectos secundarios de los tratamientos convencionales, pero que sean menos agresivas.  Se están desperdiciando recursos que se podrían invertir en lo mencionado. También se debería mejorar la coordinación entre los servicios médicos existentes, optimizando la eficacia de los recursos que ya hay. Y por supuesto, es necesario re-humanizar la atención a los pacientes oncológicos tras la progresiva deshumanización de los últimos años. 

Es por lo presentado que me dirijo a los políticos de la Asamblea de Madrid, ya que son quienes me representan: “He superado tres cánceres y el lastre de los tratamientos es considerable. La investigación es crucial para revertir estos efectos, aunque creo que esta debería llevarse a cabo de forma holística y multidisciplinar, y revertir la progresiva deshumanización de los últimos años en la atención al paciente oncológico. También es fundamental apostar por los beneficios de vías complementarias basadas en el uso de medicación natural, mucho menos invasiva y muy eficaz”.