Me llamo Elena y tengo 26 años. Vivo en Madrid y, hasta el día de mi último cumpleaños, disfruté de las ventajas que el bono joven te ofrece en la capital, pero las pierdes todas al cumplir dicha edad.

Las ventajas que te ofrece son infinitas y más en una ciudad como Madrid, la más característica es el bono mensual de metro al precio de 20 euros, nos permite viajar a cualquier punto de la ciudad y alrededores a un coste muy bajo que, teniendo en cuenta los elevados precios de la capital y los empleados precarios de los jóvenes, es muy necesario. Otra de sus grandes ventajas son los descuentos en museos, exposiciones, teatros u otras actividades y eventos culturales. El problema viene cuando cumplimos 26; a día de hoy, para los jóvenes, cambiar nuestra situación laboral precaria no es nada fácil, cuando alcanzamos dicha edad perdemos todos los descuentos que el bono joven nos ofrece sin que nuestra capacidad económica mejore. Un claro ejemplo es el carnet de metro, pasamos de pagar el módico precio de 20 euros a pagar precios superiores a los 60 euros, dependiendo de las zonas a las que tengas que desplazarte. Otras grandes ciudades, como Barcelona, alargan las ventajas que otorga el bono joven hasta los 30 años, una edad mucho más razonable.

Necesitamos que piensen en nosotros, muchos tienen que emigrar para mejorar las condiciones laborales o para buscarse la vida; los que nos quedamos queremos que nos faciliten las cosas porque las condiciones cada vez están peor.

Me dirijo a los miembros de la Asamblea de Madrid para pedir que amplíen el bono joven, al igual que han hecho en otras comunidades. Nos quitan una gran cantidad de beneficios, pero lejos de eso, nos perjudica en muchos casos. A estas edades, en muchos casos, continuamos formándonos y cuando acudimos a lugares para hacer prácticas, perdemos dinero, por no hablar de las posibilidades culturales a las que tenemos que renunciar.