Pregunta para Congreso de los diputados
Es primordial que se dirijan recursos económicos y materiales desde las instituciones para crear una red de apoyo real para las mujeres maltratadas
Soy Elena, superviviente de la violencia machista, he tenido varias relaciones tóxicas en mi vida y he sufrido violencia física y psicológica en ellas.
Me he sometido a cosas que no quería hacer porque creía que en cierto modo en eso consistían las relaciones de pareja, en complacer a la otra persona. Por mucho que me explicaran que la situación estaba mal, yo no sabía que estaba siendo coaccionada.
He llegado a practicar sexo oral al llegar de trabajar cuando lo único que necesitaba era tomarme una ducha y descansar. He satisfecho fantasías y fetiches de mi agresor cuando estaba sintiéndome ridícula o avergonzada por ello. Yo era una persona muy social y dejé a mis amigas de lado por miedo a represalias. Por miedo.
Si no hacía lo que mi pareja me pedía, llegaban las consecuencias con actos físicos violentos. Si no elegía la opción correcta, hacía que lo eligiese por la fuerza. Me cubría las piernas, el cuello y los brazos con maquillaje porque estaban llenos de moratones; y mentía para protegerlo, decía que me había caído en el baño por no alarmar a los de mi alrededor.
Rompía puertas, mi móvil o mis vestidos. Siendo yo fotógrafa y sabiendo que mi trabajo me hace muy felíz, me amenazaba con romperme la cámara si no le hacía caso. Estaba muy débil física y psicológicamente, era una marioneta de mi pareja, no era una persona.
Tenía miedo de dejarlo porque sabía dónde vivía y temía algún acto violento. No me atrevía a contarles a mis amigas todo lo que pasaba, no sabían cómo estaba en casa. No era capaz de salir de ese hoyo. Hasta que, después de dos años de maltrato, mi hija -de entonces dos años- me dijo: “¿Mamá, estás bien?”. Entonces supe que vio ciertos actos violentos que no debió ver y tuve que sacar valor para salir de ahí.
Aun así, cuando acudí a la policía, me dirigieron a un grupo de apoyo de mi ayuntamiento, un grupo de apoyo a la mujer maltratada. Pero no me sentí arropada en ese sitio, me trataban mal, me miraban por encima del hombro, no me sentía ayudada y lo único que me hacían era firmar papeles. Salía llorando cada vez que iba a ese grupo, sentía que había hecho algo malo por haber pedido ayuda. Por otra parte, una amiga mía tuvo que salir huyendo de su casa por la noche, con su hijo y con lo puesto. Tuvo miedo de ir a una comisaría por el trato que iba a recibir y porque se le iba a juzgar. Pido que se pongan a disposición pisos o casas para mujeres maltratadas en situaciones extremas, que estén abiertas las 24h y que cubran las necesidades básicas (ropa, comida, pañales…).
Con esta petición me dirijo a los/las políticos/as del Congreso de los Diputados. Es primordial que se dirijan recursos económicos y materiales desde las instituciones para crear una red de apoyo real. Porque muchas veces pasamos de estar sometidas a los maltratadores a estar sometidas a las instituciones. Necesitamos una comunidad que verdaderamente nos ayude.