Me llamo Elisa, vivo entre Madrid y Córdoba por trabajo y padezco un trastorno de ansiedad y depresión. Tengo 52 años, fui diagnosticada por primera vez con 27, pero recuerdo tener crisis de ansiedad muchísimo antes, cuando aún no sabía qué me estaba pasando y me daba vergüenza contarlo.

Los primeros años en época de crisis, lo peor del día a día era la imposibilidad de hacer una vida normal, trabajar, estudiar o realizar cualquier actividad que requiera atención y concentración. Tampoco hablaba de ello por el estigma social que supone padecer una enfermedad mental. Ahora, tras muchos años de terapias y trabajo personal, puedo llevar una vida normal. Antes de llegar a esto, hay que realizar un camino muy duro para encontrar la asistencia psicológica y farmacológica adecuada y para obtener un diagnóstico acertado cuando tú misma no sabes cómo describir tu malestar. La Sanidad Pública tiene enormes carencias respecto a este tema. Hay que esperar meses tanto para ser atendida por primera vez como para las siguientes revisiones y el tiempo en consulta es insuficiente. Estos inconvenientes me condujeron en su día a la sanidad privada, que tiene un coste medio de 100 euros por consulta de psiquiatría y 70 euros por consulta de psicología. Teniendo en cuenta la regularidad de las sesiones y la duración del tratamiento (como mínimo, un año), el coste es enorme y no siempre está a nuestro alcance.

El gran problema de este trastorno, es la poca visibilidad e importancia que se le da a la salud mental y el estigma social que ha tenido siempre.  Es fundamental que se invierta lo necesario en prevención, investigación, concienciación y contratación de más profesionales especializados que puedan atender a los pacientes como se merecen y con la regularidad requerida. Nos merecemos un sistema que otorgue a la salud mental la relevancia que merece, que eduque para prevenir, para concienciar, para normalizar, y que asista de manera adecuada a quienes acudimos a la Sanidad Pública en busca de ayuda, igual que cuando acudimos con una dolencia física.