Mi nombre es Esthefany, tengo 27 años, soy feminista y lesbiana, bachiller en derecho con cursos de especialidad de derechos de género. Miembra de la colectiva Catalinas Acción Barrial de El Agustino y de En Movimiento. Actualmente participo en el podcast “Vecinísimas” y realizo contenido feminista para la comunidad LGTB+ en TikTok como @Esthef.ladelbarrio. Hoy, emprendo esta campaña para hablar de la terrible práctica que son las terapias de conversión.

Este tipo de “tratamientos” nacen del estigma conservador de que la orientación sexual es algo que se escoge y es algo que debe ser corregido y dirigido hacia la heterosexualidad. Estas terapias son impartidas por un sector de profesionales de la salud mental, además de algunas religiones.

En lo personal, cuando estuve en la etapa de descubrimiento de mi propia sexualidad, busqué a un profesional para buscar alguna respuesta, pero lo que recibí fueron ataques y más ataques. Esta persona me dijo que lo que yo quería era incorrecto e inmoral, que debía someterme a estas terapias de conversión para poder “corregir el camino”. Y no se detuvo allí. También me dijo que mi orientación respondía a los traumas que yo había tenido en mi infancia.

Para mí fue una experiencia horrenda, no quería que nadie más pasara por lo mismo. Sin embargo, me fui topando con muchos más casos de este tratamiento tortuoso, que toman a la orientación sexual como si fuera algo que partiera de nosotros.

Una amiga mía, cuyos padres son evangélicos, la llevaron a un centro adventista. Allí, el pastor encargado la coaccionaba para “llevarla hacia la heterosexualidad”. Me contó que la agredieron físicamente y que los métodos que usaban eran sumamente violentos. Incluso llegó a saber de personas que habían llegado a ese centro y les realizaron tocamientos indebidos, lo que atenta directamente contra la libertad sexual de estas personas. Mi amiga finalmente tuvo que escapar de su hogar.

Como su historia y como la mía hay miles. Y no solo son historias de malos ratos. Son historias de tortura, de sufrimiento y de discriminación llevada al extremo. Es como si nos quisieran exterminar, cuando lo que se debería exterminar son estas prácticas impulsadas por los sectores conservadores de la sociedad.

Para que esto pueda lograrse, hay que partir de dos aspectos esenciales. El primero está referido a una educación con enfoque de género, y no necesariamente en la escuela, sino en la educación superior (institutos y universidades). La educación con enfoque de género ayuda a comprender mejor y a derribar los estigmas que se tienen en contra de la comunidad LGTBIQ+. Las consecuencias de esto es que los profesionales de la salud, y los profesionales en general, tendrían las herramientas para aceptar una sexualidad libre, rechazando la violencia.

Por otro lado, tenemos el aspecto legal, con la necesidad de un proyecto de ley que prohíba las terapias de conversión. Una norma que estipule la prohibición al personal de salud de llevar a cabo estas prácticas, no solo para que no las ejerzan, sino que también exista una sanción. Estas terapias ya han sido calificadas como tortua para la comunidad LGTBIQ+. Asimismo, los colegios profesionales deberían remover de sus colegiaturas a aquellos profesionales que sigan ejerciendo estos estigmas.

Por eso hoy emprendo esta campaña, para que las terapias de conversión, que han sido encubiertas como tratamiento de corrección por los sectores conservadores, sean eliminadas para siempre en el Perú. Estas prácticas atentan contra la libertad sexual de las personas, lo que significa una violación de nuestros derechos humanos.

Para lograr este objetivo, necesito tu ayuda. Si esta campaña consigue las 300 firmas, las autoridades tendrán que responderme, y respondernos, a través del portal de Osoigo Perú y explicarnos las acciones que están emprendiendo para acabar con la tortura de la comunidad LGTBIQ+. Solo tienes que dar click en “Apoyar” y ayudarme a difundir con tus contactos de WhatsApp y todas tus redes sociales. Acabemos ya con los estigmas.