Falta investigación, pero sobre todo prevención
La mejor forma de luchar conra el cancer es la rápida detección. Reconocido por los pricipales expertos, la rápdia detección de cualquier cáncer es la mejor forma de ganarle la batalla.
Por eso es necesario realizar programas de cribado. Con la pandemia y el caos posterior se ha debilitado notablemente esos programas. Desde Cs hemos insistido mucho en esos programas, algunos de ellos como el de cáncer de colon que se habína perdido con daños irreparables en muchas personas.
En cuanto a la investigación, ovio que es necesario potenciarla y por supuesto mejorar la colaboración público-privado.
Compartir
Mi nombre es Iván, vivo en la Comunidad Valenciana y soy el marido de Laura. Ella falleció el día 20 de agosto de 2022, tres días después de mi cumpleaños, debido a un cáncer de mama triple negativo con metástasis en pulmones, inicialmente, e hígado en sus últimos días.
Laura tuvo un Linfoma no Hodgkin hace 20 años. La pillaron muy justita, pero con bastantes sesiones de quimioterapia y radioterapia lograron que remitiese la enfermedad. Entonces, no había tanta investigación y optaron por arrasar. Hoy en día, los linfomas pueden ser de muchos tipos, pero hace años solo habían descubierto dos: Hodgkin y no Hodgkin. Desde entonces, a Laura la han ido controlando con revisiones semestrales y, posteriormente, anuales. Le hacían pruebas varias, incluidas mamografías y ecografías de mama, ya que, por la radiación recibida, era posible que tuviese algún tipo de problema en las mamas. Desde hacía casi seis años que la conocía, íbamos los dos, junto con su madre, a escuchar buenas noticias. Y al salir, lo celebrábamos a lo grande, como debía ser.
El año en el que empezó la pandemia de la Covid-19, su revisión tocaba en mayo-junio. Como los hospitales estaban saturados, no le hicieron revisión física. Ni pruebas, ni ecografía, ni mamografía. Simplemente, nos indicaron que: "todo sigue bien". Quizá en una de esas pruebas podrían haber detectado algo a tiempo y quizá podría estar viva. Nunca lo sabremos. En verano de este mismo año, Laura me comentaba que sentía alguna molestia en la mama al dormir del lado izquierdo. No nos preocupamos, porque al autoexaminarse, no detectaba bultos, la mama estaba bien aparentemente, y ella no sentía dolor alguno. Parecía todo muscular. En noviembre de 2020, enfermamos de Covid. Lo pasamos regular tirando a mal, pero no necesitamos ingreso. Simplemente, tuvimos dolor de garganta y de pecho, mocos, episodios de bastante fiebre, etc. La sintomatología común. Aun así, a ella le afectó más en los pulmones; se agotaba un poco más rápido de lo normal, incluso llegaba a ahogarse.
A mí me dieron el alta a los 10 días sin problema. A ella también, aun encontrándose fatal. No le hicieron ningún control; el paso de los días fue suficiente para darle el alta. A los pocos días, tuvimos que ir a urgencias porque ella no estaba bien. Le hicieron una radiografía y nos dijeron que, de la radiación de hacía más de 20 años, podría ser que tuviese las cicatrices en los pulmones, ya que se veían muchas "cositas". Igualmente, nos dijeron que no nos preocupáramos. Le dieron mediación y la mandaron a casa.
Pasaban las semanas y Laura seguía sin encontrarse bien. En enero del 2021, detectamos que le había salido un bulto en el cuello. Pensamos que era un efecto secundario del Covid. Como la sanidad estaba muy colapsada, no nos atendieron físicamente. Además, su doctor de cabecera estaba de baja, y nos atendió otra persona que le indicó a Laura que se trataba de un aspecto muscular. Le recetó antiinflamatorios y cremas. Laura cada vez estaba peor. Ella se desplazaba en metro de trabajar, y subir las escaleras de la salida del metro se convirtió en una tarea asfixiante. Se ahogaba bastante. Seguía trabajando, como podía, desplazándose de Valencia a Paterna todos los días, donde trabajaba de administrativa.
En marzo, volvimos al médico de cabecera, esta vez el suyo. Finalmente, nos visitó físicamente y al ver su bulto, rápidamente, le dijo que acudiera a su oncóloga, la que le llevó el linfoma con el primer cáncer, ya que todo indicaba que se trataba de un ganglio inflamado. Desde finales de marzo hasta finales de abril, le hicieron todo tipo de pruebas diagnósticas. Entre otras, una biopsia de ganglio y una fibrobroncoscopia de pulmón. A principios de mayo, ya tuvo que recibir oxigenoterapia, porque sus pulmones no estaban funcionando. Recibimos dos máquinas en casa, una fija y otra portátil. Menos mal. Y creo que corticoides para que pudiese respirar en condiciones.
Finalmente, el 27 de mayo de 2021, su oncóloga nos confirmó que Laura tiene cáncer y que ha desarrollado metástasis. Aun así, desconocen el origen. Se trataba de un tumor tan indiferenciado que no conocían su la procedencia. Todo apuntaba a cáncer de pulmón, porque era lo que peor tenía, pero con dudas. Sin embargo, ni se fijaron en su mama izquierda, que, prácticamente, duplica el tamaño de la derecha. Nadie la examinó. Aquí, ya nos vinimos abajo todos. La semana después, a Laura le hicieron más pruebas. La oncóloga nos explicó que el pronóstico no era bueno, pero que iban a hacer todo lo posible para que ella se encontrase mejor.
Le recetaron corticoides de nuevo. Rápidamente funcionaron y pudo dejar la oxigenoterapia. Nos explicaron el tratamiento a seguir y le preguntaron a Laura si quería entrar en algún estudio; hecho que implicaba esperar dos o tres semanas más, ya que tenían que hacerle nuevas pruebas y enviarlas a quién correspondiese para que las estudiase. Ella aceptó. Durante este período de espera, creo que la semana antes de empezar el tratamiento, visitamos a la oncóloga de nuevo y Laura y su madre le insistieron muy fuerte por el tema de la mama. Al final, le mandaron una mamografía y una ecografía de mama. A las tres semanas, nos informaron que empezaríamos la quimio el día 9. No llegamos a entrar en ese estudio porque no se cumplieron ciertos requisitos, y ya no podíamos esperar más, la cosa se echaba encima. Laura estaba muy mal.
Cuando acudimos al hospital para que Laura recibiese la primera dosis de quimioterapia, llamaron a Laura desde el propio hospital, pidiéndole que acudiera urgentemente al despacho de la doctora de pulmón. La informaron que padece cáncer de mama. Tiene triple negativo y metástasis en el pulmón. Está muy avanzado y la doctora de cáncer de mama, la doctora más bonita del mundo, nos explicó que empezaban con el tratamiento ya, que serían tres goteros por ciclo y entre cuatro y seis ciclos. Nos explicó, también, que el tratamiento sería crónico, ya que no existe cura para el cáncer de mama metastásico. Laura mejoró muchísimo en relación con la enfermedad, pero empeoró una barbaridad a nivel físico. Y a nivel moral estaba destruida. Perdimos más de medio año en un diagnóstico que podía haberse producido en pocas semanas. Entró en depresión.
Durante todo el proceso de enfermedad desde que tuvimos el diagnóstico, hubo altibajos, aunque todo funcionó más o menos bien hasta junio de 2022, aproximadamente. Tuvimos la gran suerte de podernos casar en abril de ese mismo año. Fue un sueño hecho realidad, ya que estábamos (y estamos) ultra enamorados. Además, ella en esas fechas se encontraba de maravilla, le había crecido el pelito y estaba contenta y maravillosa. Aun así, a partir de junio hubo una caída en picado, ingresando una primera vez en julio. Aquí la oncóloga nos avisó que ella pensaba que no saldría del hospital. Aun así, la vida nos dio una pequeña segunda oportunidad y sí que pudo salir. Para mí, personalmente, fue un regalo. Estuve despidiéndome de ella durante un mes. Durante este primer ingreso, Laura “cambió el chip”. Tenía una fuerza vital tremenda, una esperanza contagiosa. Quería hacer todas las cosas que su cuerpo le permitiese. Y eso hicimos. Todo lo posible.
El segundo ingreso, el 12 de agosto de 2022, ya fue el definitivo. Nos dio tiempo a "celebrar" mi cumpleaños, el día 17. Ella me obligó a ir a casa, coger una bolsa y se la llevé al hospital para que me hiciese entrega del último regalo de cumpleaños. Fue muy bonito y muy triste. El día 18 empeoró bastante. Tenía un TAC pendiente, que sabíamos que no serviría de nada. Pero ella, esperanzada, decidió hacérselo para ver si se podía hacer algo más. Ya estaba sufriendo, porque la medicación no le paliaba el dolor. Así que entre el oncólogo de guardia y nosotros, decidimos que la semi-sedasen para que no sufriese más. Ese día 18 recibí su último mensaje de WhatsApp: "Gracias". Y ahí se ha quedado para siempre. Tras dos días larguísimos, el 20 por la tarde, cogidos de la mano los dos, se fue rodeada de su familia. Desde entonces, vivimos destrozados y recordándola, como era, maravillosa. Siempre Laura, mi mujer, hasta el infinito y volver.
El diagnóstico del cáncer que padeció mi mujer y que conllevó que nos dejara se demoró por más de medio año. A lo mejor, si la sanidad dispusiera de los recursos tanto humanos como materiales necesarios, también en épocas de saturación debido al contexto, y, por lo tanto, se diera margen a los profesionales para dedicarse de una forma mucho más personalizada y sin prisa a los pacientes, la enfermedad de Laura se hubiera podido diagnosticar más temprano. El pronóstico de una enfermedad se define, casi siempre, según el momento en el que se detecta la afección; como menos avanzada, mejor. En este sentido, considero que es crucial que se mejore la inversión que se destina a reforzar los aspectos mencionados; tanto los recursos humanos como los materiales en los hospitales. También pienso que es primordial, para garantizar la curación o, como mínimo, para avanzar hacia tratamientos más eficaces y menos agresivos, que se empiece a invertir en serio, a nivel público, a favor de la investigación. Es crucial, solo se consiguen avances gracias a la misma.
Es por todo lo presentado, que me dirijo a los políticos de las Cortes Valencianas, ya que son quienes me representan: “Falta personal médico en los hospitales, así como inversión pública en investigación; el avance en este sentido es crucial para todas las personas que tienen una enfermedad sin cura”.