Según el Ministerio de Salud, el 97.4 % de los colombianos cuenta con aseguramiento en salud, bajo cualquiera de los regímenes: subsidiado, contributivo o de excepción. La cifra parece abarcar a casi toda la población, sin embargo, miles de estas personas viven en zonas rurales apartadas, por lo que deben recorrer varios kilómetros o contar con los recursos suficientes para movilizarse hasta los cascos urbanos, y así recibir atención médica con especialistas. 

En la Fundación Manos Pintadas de Azul conocemos de cerca este panorama porque llevamos programas de salud a las comunidades vulnerables, que por sus condiciones sociales, geográficas y económicas no gozan de adecuados servicios de salud. Hemos llegado a cientos de poblaciones con 400 voluntarios y 41 brigadas médicas dirigidas a 15.540 personas que han recibido 8.844 fórmulas de medicamentos. 

En esta labor, que emprendimos con la convicción de construir una sociedad más equitativa e incluyente con la ayuda de empresas, ciudadanos y Gobierno, hemos evidenciado el abandono a la niñez, con casos dramáticos de desnutrición, así como la ausencia de una infraestructura adaptada a las necesidades de la ruralidad. 

Esto nos ha llevado a concluir que las Entidades Promotoras de Salud -EPS no son garantía de un servicio de salud óptimo. Por ejemplo, no es efectivo que una familia del campo esté afiliada, pero no cuente con transporte para solicitar y cumplir con una cita médica porque está a cuatro horas del hospital, de las cuales dos debe cruzar a través del río o en avión. 

¡Juntos por la salud de Colombia!

En una de las brigadas que hemos hecho, conocimos a Helen, una niña de 9 años de Orocué, Casanare, a cuatro horas de Yopal. Ella sufrió varias quemaduras y perdió parte de su brazo en un accidente automovilístico, por lo que necesita una prótesis para mejorar su calidad vida.

El accidente le ocurrió a Helen hace dos años, pero hasta el momento no ha sido valorada por los especialistas que requiere. Nuestra meta como fundación es trasladar a la niña a Bogotá, para que le sea practicada una cirugía plástica y pueda tener su prótesis. Son alrededor de $70 millones para llevar a cabo su proceso. 

Este es apenas un caso, un ejemplo de la falta de un sistema de salud integral y adecuado a las necesidades de esa Colombia profunda que no todos conocemos. ¿Por qué las EPS no llegan a estas comunidades y realizan seguimiento? ¿Por qué no se crean programas que permitan que las organizaciones no gubernamentales ampliemos nuestro accionar para ayudar a más personas?

Como fundación, contamos con las donaciones de las personas, el sector privado y en algunas ocasiones de las fuerzas militares, que nos ayudan a movernos en la geografía nacional. Sin embargo, necesitamos más manos comprometidas, que pongan en primer lugar a nuestros campesinos y sus familias. 

Soñamos con construir un centro de salud en Vichada. Pero, ¿Quién le dará sostenimiento y continuidad para que no se convierta en una obra desperdiciada y abandonada? 

Creemos que nuestra misión no es tomar las responsabilidades de nuestros políticos ni de las EPS, por lo que sugerimos que existan alianzas y esfuerzos mancomunados para lograr sostener causas como la nuestra.

Por eso, le preguntamos al Congreso de la República: ¿Qué falta para que el Gobierno y las EPS hagan alianzas con fundaciones como Manos Pintadas de Azul, que llevamos brigadas médicas a zonas rurales apartadas, para asegurar el derecho a la salud de miles de colombianos que no pueden acudir a sus citas médicas? ¿Qué sugieren los senadores y representantes para garantizar el derecho a la salud de los campesinos? 

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