Pregunta para Parlamento de Andalucía
La gestión en el ambulatorio de Ubrique es caótica desde la llegada del Covid y necesito mis medicinas, ¿qué está pasando en el sistema sanitario?
Mi nombre es Gabriella Moreno, y la situación que estoy viviendo es insostenible.
Mi vida cambió drásticamente en 2002... Yo era una apasionada de la moda, estudié diseño, inglés y alemán. Durante años trabajé para la Junta de Andalucía en un proyecto de becas internacionales y, posteriormente, para la compañía de idiomas EF International.
Fue entonces, durante este último periodo, que comencé con desmayos. Tuve un accidente de coche en 2002, y eso me dejó serias lesiones en el cráneo. En el hospital de Cádiz me decían que tenía un meningioma a causa del accidente, pero en el hospital de Jerez fue cuando me diagnoticaron el cáncer: un cárcer de tiroide superagresivo que, según me comentaron, no habían visto antes.
Me dijeron que harían todo lo posible por salvarme la vida, y el tratamiento que emplearon para ello fue yodo radiactivo más radioterapia en la cabeza. Esto me ha causado gravísimos daños en los huesos, de hecho, solo en el confinamiento he perdido toda la dentadura.
Entre otras de las cosas que me hicieron para salvarme la vida fue un vacío de tiroide y de los vasos linfáticos del cuello, lo que me provocó una rotura en la cuerdas vocales que me imposibilitan hablar bien, y en ocasiones tan siquiera hablar.
Desde la intervención quirúrgica se me concedió la invalidez absoluta, y en compensación por ello me dieron una paga vitalicia de 629 euros. Algo irrisorio teniendo en cuenta que, efectivamente, estoy completamente incapacitada para el desempeño de cualquier actividad que me permita vivir.
Tengo, además, una cuidadora que viene a mi casa a ayudarme. Ella no es psicóloga, pero no me dan apoyo psicológico desde la sanidad andaluza, es ella la misma persona que se encarga de hablar conmigo.
Esta situación empeoró totalmente con la llegada de la pandemia por Covid-19, y aquí reside el motivo de mi campaña: el ambulatorio de Ubrique, localidad gaditana en la que resido, está teniendo una gestión caótica.
Tardan muchísimo en dar citas y recetas, y yo necesito de un tratamiento de Fentanilo para poder sobrellevar los dolores y consecuencias de mis intervenciones. Tanto es así, que mi marido tuvo que acudir al ambulatorio para pedirle a la directora que, por favor, me diera la receta para poder ir a adquirir la medicación a la farmacia, pero no lo consiguió. Yo necesito este medicamento, no es por gusto.
El personal sanitario de allí me atiende como puede y con muy buena fe, pero la gestión y tardanza de las citas es horrible.
Estoy, sin embargo, muy agradecida al equipo médico de los hospitales tanto de Cádiz como de Jerez y Villamartín, que son los únicos que me han atendido en todo este tiempo tanto telefónica como presencialmente. También a la familia Malpartida Toledo al completo, a los que les debo la vida.
Entiendo que las circunstancias por covid están entorpeciendo los sectores públicos, pero lo del ambulatorio de Ubrique es de vergüenza. Nos dieron un pequeño papel con cuatro números de teléfono, y a partir de ellos te van derivando a otros centros, como a Sevilla, pero no aquí. Eso es demencial. Para coger una cita necesito un mínimo de 15 días, y para colmo, cuando me lo cogen es en Sevilla. Las citas te las dan con 20 días de antelación, y esto es intolerable si cuando sufrimos crisis agudas o ataques de pánico no podemos ser tratados a tiempo.