Pregunta para Parlamento de Andalucía

En un Pub unos hombres me grabaron descaradamente sin mi consentimiento ¿Hasta cuándo las mujeres vamos a tener que aguantar los diferentes tipos de acoso machista?

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Gema M. Pregunta de Gema M.

Hola, me llamo Gema y escribo este texto en osoigo para hablar de algunas ocasiones en las que he sufrido acoso machista y también para reivindicar la necesidad de tomar medidas para acabar con este problema y visibilizar la importancia de la actuación ciudadana frente a casos de acoso callejero. 

Si echo la vista atrás, no recuerdo la primera vez que sufrí un episodio en el que un hombre me incomodara en la calle, no obstante, sí que tengo grabado un año de instituto que para mí fue muy duro por un motivo parecido. Yo cursaba una asignatura en la que era la única chica y desde el primer momento sufrí comentarios machistas que me hacían sentir muy mal. Cuando por fin decidí contar a los profesores la sexualización que estaba sufriendo en clase, estos me insistieron mucho para convencerme de que estaba exagerando y que realmente no existía machismo en las aulas. Viéndolo con perspectiva, claro que había machismo, sexualización y acoso en esa clase en la que era la única mujer y me sentía constantemente vulnerable frente al resto de mis compañeros. 

Pero, no fue hasta el año pasado, cuando sufrí un episodio de acoso callejero que me marcó por completo, ya no solo por el hecho en sí, sino por la indiferencia con la que actuó la gente que lo presenció. 

Mis amigas y yo habíamos quedado para celebrar un cumpleaños en una zona de pubs de Málaga. Una amiga y yo llegamos las primeras y entramos a un local a preguntar si había mesa. Desde el principio, me percaté de que había una mesa llena de hombres de cuarentaitantos que no paraban de mirar descaradamente, de una forma que incomodaba bastante. Atravesamos el pub y nos dijeron que no había mesa. Así que volvimos hacia atrás. Yo le insistí a mi amiga para no volver a pasar por delante de la mesa en cuestión, pero ella no me hizo caso. 

Cuando pasamos por al lado de ellos, me giré y me di cuenta que uno del grupo nos estaba grabando. Mi reacción fue gritarle a mi amiga, que iba más adelantada, que nos estaban grabando y la reacción del grupo de hombres fue reírse y grabar con más descaro todavía. Empezaron a reírse descaradamente y yo me sentí muy humillada. Nadie, absolutamente nadie, del local hizo nada para que estos hombres pararan de actuar así. 

Cuando salí del establecimiento, mi amiga me dijo: “Gema, de estas cosas hay que pasar, tenemos que ignorarlas”. Yo no pude sentir más impotencia en ese momento. ¿Hasta qué punto hemos llegado para que tengamos que asumir y agachar la cabeza frente a estos casos?

Hace poco, estalló la noticia de que en la zona de fiesta de Málaga habían encontrado cámaras ocultas en los ambientadores de los baños de mujeres. No me extraña, pero si me preocupa. Mis amigas y yo siempre salimos por ahí y cuando me enteré de que habían más de 70.000 vídeos me asusté pensando que alguno podría ser nuestro.

Es, como mínimo, indignante que estas cosas sigan sucediendo y que, más indignante aún, las sigamos normalizando. Como si las mujeres, por el simple hecho de ser mujeres, tuviéramos que aguantar humillaciones, discriminaciones e incluso delitos como el de grabarnos en la intimidad. ¿Cuándo vamos a crear conciencia para luchar contra el acoso machista que sufrimos las mujeres?

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