Trabajar dentro de un CEE (Centro Especial de Empleo) y ver cómo se vulneran los derechos de las personas con discapacidad es lo más abominable que puedes encontrar en cuanto a valores humanos se trata.

Estos tipos de empleo son muy duros, y las empresas se aprovechan de los beneficios fiscales de contratar a una persona con una discapacidad: porque les pagan un sueldo más bajo además de estar exentos de pagar seguridad social y encima (por si fuera poco) tienen subvencionados el 50% de su salario que lo paga la administración. Los beneficios son brutales.

No se puede entender que una empresa ordinaria de trabajo donde sus empleados trabajan a temperatura extrema de frío o calor, con el consiguiente cobro por trabajo penoso, contrate un CEE para que sus trabajadores DISCAPACITADOS realicen estos trabajos penosos sin cobro extra por tales condiciones. Al no constar esta situación en su convenio, porque se da por hecho que no van a ocupar estos puestos, se permite tal barbaridad con el consiguiente beneficio para las 2 empresas. La Ordi y el CEE.

¿Hasta dónde llega la hipocresía de estos empresarios? ¿Es que ya todo es válido con tal de engordar los beneficios? 

Es insultante que se permita tal atropello, a costa de unos trabajadores con discapacidad que desgraciadamente se ven obligados a aceptar los trabajos aún en las condiciones más penosas para poder llevar un sueldo a casa. Porque en algunas ocasiones no les queda otra opción. 

Aquí hay un punto clave, y son esas empresas multiservicios que han hecho tanto daño al empleo. Ahora tienen la obligación de que cuando entran en un centro de trabajo como una carpintería, una empresa del metal o de otro sector deben acogerse por obligación al convenio del sector, dejando de lado los propios convenios que llevan de salarios de vergüenza. Pero aquí la sorpresa está en que los únicos que excluidos de esta nueva normativa son lo CEE ¿Por qué? Si estos trabajadores son igual de válidos que los demás. 

Parece que en los CEE los discapacitados son simplemente números a cargo de personas sin escrúpulos acompañados de las instituciones que lo permiten. Aquí hay un límite legal que raya lo absurdo. 

Creo que es necesario poner fin a esta situación. Es una cuestión de ética y humanidad. Me gustaría que las Cortes Valencianas se hicieran eco de esta problemática y regulara la situación de los CEE.