Pregunta para Congreso de la República del Perú
Mi hija fue víctima de negligencia policial, ¿por qué hasta hoy no es posible que el Estado haga justicia por ella?
Mi nombre es Haydee Suarez Herrera. Soy mamá de Patricia Villafuerte Suarez, una joven de 24 años que perdió la vida en un caso muy extraño que involucra la negligencia de dos efectivos de la Policía Nacional del Perú. Pueden conocer más del caso de mi hija aquí.
Mi hijita era una muy buena persona, empeñosa, independiente y muy trabajadora. Tan es así que a los 17 años ella llego a mi casa con un documento en la mano. Había ido a un psicólogo porque se venía sintiendo ansiosa, pero resultó ser que tenía depresión. Yo traté de ayudarla, le compraba sus medicamentos, pero estos eran muy caros y en algunas ocasiones nos atrasamos con sus dosis.
A los 24 años, Patricia intentó suicidarse lanzándose de un acantilado en Miraflores. No acabó con su vida, pero tuvo lesiones graves que le dejaron secuelas notorias. Ya no se podía mover bien y yo pasé a ser su soporte; yo la bañaba, le lavaba los dientes, la cambiaba y la llevaba al hospital. Tuve que sacrificar muchas cosas, pero mi hijita se estaba recuperando poco a poco. Sin embargo, todo cambió el día 7 de septiembre de 2019.
A mi padre le dio neumonía, lo que terminó en una hospitalización. Yo hacía lo que podía para cuidar a mi hija mientras mi padre estaba internado. Le dejaba la comida hecha y salía a ayudar a mi papá. Ese 7 de septiembre, mi hija me mostró que había encontrado un bastón. Ella se mostró muy alegre porque apoyada en el bastón ya podía pararse. Yo le recomendé que no pusiera fuerza en su cuerpo, que era peligroso, ya que yo la movilizaba en silla de ruedas. Llegué a casa a las 11:00 p.m. y mi hija no estaba. La había estado llamando desde la tarde y no me contestaba. A esa hora, un policía toco la puerta de mi casa y me dio la terrible noticia: mi hija estaba muerta.
Yo grité hasta desmayarme. Junto a mí estaban mi hijo, hermano de Patricia, y su enamorado. Salí hacia la comisaría, pero no querían darme información de lo que había pasado. Al insistir, me dijeron que a mi hija la encontraron deambulando en un parque en el distrito de Miraflores. Un sereno la vio y, por protocolo, alertó a la policía. Fueron dos policías los que llevaron a mi hija en una camioneta blanca para trasladarla a la comisaría de Miraflores. La tienen detenida ahí, pero no me llaman, no se intentan comunicar conmigo. Luego de eso, la quieren trasladar a la comisaría de Salamanca; un movimiento sin sentido. En todo ese tiempo, ellos estaban llevando un arma cargada en la parte trasera de la camioneta, al lado de donde estaban sentada mi hija.
Dicen estos policías que se detuvieron en la intersección de la Av. Paseo de la República y Av. Angamos para controlar una pelea que había entre dos taxistas y que fue entonces cuando escucharon un disparo. El proyectil ingresa de izquierda a derecha y de abajo hacía arriba; ese mismo proyectil fue disparado desde una AKM, un fusil que pesa 3.5kg y mide 1.10 m. Es imposible que mi hija haya podido levantar esa arma en el estado en el que se encontraba. Cuando pasó esto, a mi hija no la trasladan al hospital más cercano, Casimiro Ulloa, sino a una clínica que se encontraba a más de 20 minutos. Ahí recién notificaron lo sucedido y fueron los peritos a investigar.
La investigación también ha significado un martirio para mí. La Policía Nacional del Perú (PNP) me dijo que investigarían el caso y que estos dos efectivos serían separados mientras duren esas pesquisas, pero esto nunca fue así. También, cuando acudí al Ministerio de Justicia para que me asignen un abogado, me empujaron a abandonar el caso. Me decían que era una perdida de tiempo. Incluso en la Fiscalía donde estaba el caso de mi hija no me querían atender. Solo fui cuatro veces porque ya no soportaba la indiferencia y el mal corazón de esos funcionarios. El Estado me abandonó totalmente luego de la muerte de mi hija, tanto legalmente como psicológicamente.
Gracias a la ayuda del colectivo Juntos Perú por Justicia pude conseguir acercarme al Ministerio de la Mujer y a la Defensoría del Pueblo. Además, el papá de una amiga de mi hija se puso en contacto conmigo y me ayudó a reabrir el caso. El fiscal que me asignaron en esta nueva etapa me dijo que los dos policías involucrados ya tienen otros procesos penales abiertos y, sin embargo, aún siguen formando parte de la institución.
Nadie ni nada me va a devolver a mi hija, es verdad. Lo único que busco es justicia, por ella y por todas las personas que han perdido la vida a manos de un Estado abusivo y corrupto. A cualquier persona que pueda tener alguna información respecto a lo que pasó ese 7 de septiembre de 2019, en el cruce de las avenidas Paseo de la República y Angamos. A las empresas de telefonía, también les pido que colaboren con las investigaciones y agilicen el levantamiento de las comunicaciones. Finalmente, quiero pedirle al Estado que no me abandone. Mi lucha es por la memoria de mi hija y para que pueda al fin descansar en paz.
Para lograr este último objetivo, necesito que me ayuden en esta campaña que he emprendido junto a Osoigo Perú. Si obtenemos 300 firmas, las autoridades tendrán que responder por la muerte de mi hija y la oscuridad con la que se han llevado las investigaciones. Solo necesito que des click en “Apoyar” y ayudes a difundir con tus contactos de Whatsapp y todas tus redes sociales. Ayúdame a encontrar justicia para mi hija.