Me llamo Helena y vivo en Catalunya. Un día de 2017, mientras estaba en la ducha antes de ir a trabajar, me percaté de que tenía un bulto en el pecho. Recientemente, habían diagnosticado un cáncer de mama a mi tía y me saltaron las alarmas. Por aquel entonces yo trabajaba en el hospital, así que decidí pedir cita para que me visitaran. Una vez me exploraron, ya me realizaron un seguido de pruebas diagnósticas, entre ellas una biopsia. Después de aproximadamente una semana, supe que efectivamente padecía un cáncer de mama hormonal Her2 positivo.

De entrada, me preguntaron si quería congelar óvulos y yo accedí. Una vez realizado el trámite en cuestión, empecé con los tratamientos. Me dieron seis meses de quimioterapia, luego me intervinieron quirúrgicamente para quitarme el pecho y 12 ganglios, ya que tenía uno que estaba afectado, y finalmente tuve que someterme a un tratamiento de radioterapia. El año pasado me reconstruyeron el pecho en cuestión -me habían puesto un expansor y lo cambiaron por una prótesis-, pero en estos momentos estoy esperando a volver a pasar por quirófano porque la prótesis no ha quedado bien. Hace cuatro años que sigo un tratamiento hormonal basado en pastillas diarias e inyecciones trimestrales y me hacen revisiones rutinarias de control cada seis meses.

Cuando hacía un año que me habían operado, desarrollé un linfedema. A causa de la patología, perdí el trabajo. De hecho, debido a haber padecido la enfermedad, es difícil volver a la vida cuotidiana. Hay estigma sobre los pacientes o ex pacientes oncológicos y sus posibilidades; nos es prácticamente imposible encontrar trabajo, por ejemplo. En este mismo sentido, he encontrado trabas para renovar mi carnet de conducir. Cuando acudí por primera vez hace dos años, me preguntaron si había padecido alguna enfermedad y después de hacerme un seguido de preguntas, decidieron renovármelo solo por dos años, aunque yo tenía la confirmación de mi oncólogo de poder conducir sin problema. Este año, cuando volví, tuve que llevar un informe de mi oncólogo que explicitara estas posibilidades de desarrollar la práctica de la conducción, pero consideraron renovarlo solamente por cinco años. Además del estigma al que tenemos que afrentarnos por haber sido pacientes oncológicos, las dos veces tuve que pagar lo mismo que si me hubieran renovado el permiso normal y esto es muy injusto.

Es por lo presentado que me dirijo a los políticos del Parlament de Catalunya, ya que son quienes me representan, para que me respondan a la pregunta concreta: ¿Por qué además de mejorar la inversión para la investigación, no se garantizan procesos administrativos coherentes y sin estigmas?