Pregunta para Parlamento de Catalunya

Tras un horrible periplo de médico en médico, mi hijo sigue sin diagnóstico y sin tratamiento. ¿Cómo puede ser que tanto la Sanidad Pública como los seguros de salud privado nos den la espalda?

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Inma Valverde Pregunta de Inma Valverde

Hola, me llamo Inma y escribo este texto en osoigo para denunciar la injusticia que estamos viviendo en cuanto al trato que está recibiendo mi hijo Aarón, de cuatro años, por parte de la Sanidad Pública y también de los seguros privados. Contaré la historia desde el principio.

Durante el embarazo, todo fue perfecto y en el momento del nacimiento también. Conforme fue pasando el tiempo, nos dimos cuenta de que el ritmo de desarrollo de Aarón era más lento que el de los otros bebés, pero todos los médicos me decían que cada niño lleva su ritmo y que no había nada por lo que preocuparse. Desde los 18 meses empecé a insistir para que lo derivaran a DAPSI.  Incluí a mi hijo en la póliza del seguro médico porque es algo que nos podíamos permitir y nos asegurábamos un respaldo sanitario que todos sabemos que a veces la Seguridad Social no da.  Poco después, cuando cumplió dos años, lo empezó a llevar la neuropediatra de Terrassa porque yo lo pedí, aunque todos los médicos me decían que no había nada extraño.

 

Al cumplir tres años, en DAPSI nos dicen que hay que hacerle pruebas porque está habiendo un retroceso en el desarrollo de sus habilidades y aprendizaje. Fue entonces cuando empezaron a estudiar su caso, pero sin ningún diagnóstico concluyente. 
Cuando le explicamos lo que sucedía a la neuropediatra, le mandó una medicación para ver si mejoraba. Me explicó que a lo largo de esa semana me llamaría para ver cómo reaccionaba al tratamiento, no obstante, nunca llegué a recibir esta llamada. A las tres semanas de tratamiento (yo estaba siguiendo al pie de la letra las pautas de la neuropediatra) mi hijo sufrió una crisis convulsiva y llamé corriendo a la especialista para que me ayudara. No recibí contestación, ni siquiera me llamó luego para ver qué pasaba.

A partir de este momento, mi hijo empezó a sufrir ataques de epilepsia. Tres episodios, para ser concreta. En uno de ellos tuvo que acudir la ambulancia para atenderle y, ni aun así, la doctora se dignó a llamarnos o citarnos para ver el estado de mi hijo. En ese momento fue cuando decidí acudir al seguro privado que tenía contratado desde hacía dos años y que todavía no había utilizado. 

En el seguro (ASISA), le hicieron las pruebas en muy poco tiempo y nos informaron de que Aaron tenía algunas parte del cerebro alteradas. La neuróloga de pago pidió al seguro médico que tenía contratado que le hicieran a mi hijo una prueba genética, adjuntando todos los informes que teníamos hasta la fecha. Me llamaron del seguro para pedirme documentación médica desde el naciemiento de mi hijo porque la necesitaban para empezar los trámites del estudio genético y yo se la facilité toda. Fue el pasado tres de mayo cuando recibí una carta del seguro en la que se me informaba de que rescindían la póliza de seguro de mi hijo. Obviamente, reclamé y su contestación fue que a la hora de incluirlo en el seguro no informé de las patologías del niño. ¿Cómo voy a informar de las patologías si ni siquiera sabía que a mi hijo le sucedía algo?¿Cómo iba a informar si a día de hoy mi hijo sigue sin estar diagnosticado?

En esta situación me encuentro en estos momentos. De desamparo, desesperación y desconfianza frente a unos servicios sanitarios públicos nefastos y frente a un seguro de salud privado incompentente y estafador. Llevo más de dos años pagando el seguro y es ahora, cuando tienen que hacerle pruebas a Aarón, cuando me dicen que ya no podemos estar dentro de la póliza…

De momento, no sabemos exactamente qué sufre mi hijo. Las pruebas que le realizaron exponían alteraciones cerebrales que son las que causan las epilepsias y también que tenía los ventrículos de la cabeza más grandes de lo habitual. Lo que actualmente sí que está diagnosticado, y es el factor más importante para entender el retroceso de su ritmo de desarrollo, es que tiene los dos hipocampos inversos, que son los que interfieren en el proceso de aprendizaje. Con todo esto encima de la mesa, yo no pienso parar hasta saber qué le pasa a mi hijo y cómo podemos tratarlo. 

Me gustaría que si este texto lo lee alguien que haya pasado por una situación parecida, se ponga en contacto conmigo para indicarme cómo puedo proceder. Y también, pido apoyos en este texto para conseguir que mi caso sea escuchado por las instituciones y den respuesta a las injusticias y mal trato que recibimos algunas familias por parte de la Sanidad Pública.

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