Lo más valioso que tenemos en el mundo es la ¿por qué no atender a su educación afectivo sexual desde las escuelas para hacerlos emocionalmente competentes para que entiendan que el amor y el amar tiene como pilar fundamental el respeto?
Me llamo Irene, soy maestra de Educación Primaria e Inglés y Licenciada en Psicopedagogía, además estoy especializada en educación emocional, liderazgo educativo, mediación y prevención del Acoso Escolar y acabando el título de experta en Neuroeducación.
Cuando una persona está emocionalmente equilibrada, mejor es el proceso de enseñanza-aprendizaje. En el aula te das cuenta de que las emociones son muy importantes y sin ellas no podríamos vivir, veía diariamente que cuando a los niños y a las niñas les ocurría algo no sabían expresar qué les pasaba.
Por ello, trabajo las emociones cada día con mi alumnado, para que puedan hablar de cómo se sienten en cada momento con total normalidad. Es más importante parar y ver cómo están los niños y las niñas, que seguir con una clase con tan solo una persona que no se siente bien.
Siempre digo una frase y es que “Un niño o una niña emocionalmente competente será una persona adulta responsable”. Es por ello por lo que al detectar que mi alumnado no sabía expresar si estaban tristes, miedosos, alegres, decepcionados, enfadados... o sentían vergüenza a decir el porqué, me dije a mi misma “que así no podíamos seguir”.
Desde las altas esferas educativas se centran mucho en la formación del alumnado a nivel curricular y olvidan la educación emocional, es labor de los docentes educar a través del amor y del respeto para hacer de ellos y ellas personas competentes y ciudadanos que amen sin diferencias y respeten al prójimo.
El grado de empatía de un docente con su alumnado es la clave esencial para llevar a cabo una buena relación con ellos y un buen proceso de enseñanza-aprendizaje. Hay que poner al niño y a la niña en el centro de su propio aprendizaje porque son ellos los verdaderos protagonistas y, debemos escucharlos, conocerlos, comprender y atender a sus demandas. Debemos dejarles claro que son importantes para nosotros y que se expresen libremente.
Un primer comienzo es hablar con naturalizar las emociones y las distintas formas de amor y de amar, todas son absolutamente válidas y RESPETABLES.
Los docentes tenemos libertad de cátedra y eso nos permite ser flexibles a la hora de impartir la docencia y, aunque tenemos establecidos los objetivos mínimos del currículo educativo a los que debe llegar nuestro alumnado, debemos ser hábiles y empáticos para trabajarlos con metodologías activas que los desarrollen competencialmente en todos sus ámbitos, sobre todo el emocional, porque nos recordarán más por la huella que dejamos en su corazón que por contenidos trabajados.
Las emociones en el proceso educativo las trabajo de forma transversal, no como una asignatura en sí puesto que no existe, tampoco dedico una hora en concreto para tener esos ratitos emocionales. Utilizo momentos de la semana para alfabetizar a mi alumnado dicha educación y trabajar tanto situaciones concretas como posibles y que sepan cómo desenvolverse, la trabajo cuando surge una oportunidad y la situación determinada, todas ellas basadas en el RESPETO… porque durante toda la jornada lectiva están viviendo emociones que de una forma u otra les están afectando y les hacen cambiar.
Lo más valioso y preciado que tenemos en el mundo es la infancia porque los niños y las niñas son agentes que forman parte de la sociedad, ellos y ellas son los que pueden transformar el mundo con lo que nosotros les ofrezcamos, siempre desde un buen equilibrio emocional y respetando y actuando con cariño en todas y cada una de sus acciones. Todas las personas somos diferentes, he ahí esa riqueza de nuestra sociedad, los niños y niñas (que también son personas), también son diferentes y por ello merecen ser escuchados y atendidos puesto que están formándose curricular y emocionalmente, debemos ser ejemplo y acompañantes de ese proceso.
Mucha gente dice que son el futuro de la sociedad, pero ellos y ellas ya son sociedad ¿acaso no interactúan con el medio? Los docentes y las familias debemos ser ejemplo de amor y respeto.
Tras los acontecimientos violentos surgidos últimamente hacia las muestras de amor entre distintas personas, me planteo si los docentes hacemos bien nuestro trabajo de conciencia emocional, tolerancia y respeto.
Por ello creo que se debe incidir en una educación emocional y afectivo sexual que fomente el respeto hacia las distintas personas y diferentes formas de amar que nos encontramos hoy en día y que sirva como herramienta de desarrollo personal y social basada en el RESPETO. Tenemos que atender a cómo se sienten y qué sienten los niños y niñas en el aula para enseñarles a conseguir ese equilibrio emocional tan necesario y ese respeto que merece nuestra sociedad.