Pregunta para Asamblea de Madrid
El acoso que recibí en la ESO debido a mi condición sexual me llevó a autolesionarme, solo quería morirme. ¿Por qué no se fomentan las charlas sobre el colectivo LGTBI y se endurecen las leyes para evitar todo tipo de agresiones?
Me llamo Isma, tengo 21 años y soy administrativo en un Instituto de la Comunidad de Madrid. Durante mi infancia y adolescencia sufrí acoso escolar a causa de mi condición sexual, sin ni siquiera tener claro cual era.
Primero fueron los insultos. Había niños/as que se acercaban a mi y me llamaban “maricón”, pero no le daba mayor importancia. El problema llegó cuando comencé la ESO y el acoso fue en aumento. Al principio mis amigos me defendían, motivo por el cual comenzaron a acosarles también a ellos/as. Me dieron de lado. Incluso el que era mi mejor amigo desde los tres años.
Me quedé solo. Pasaba los recreos en la biblioteca, en el baño o en las escaleras, no quería que nadie me viese, pero los profesores/as me animaban a salir al patio, les daba igual lo que estaba pasando.
El acoso se convirtió en algo insoportable. Ya no era un/a solo, era casi toda la clase y yo no podía defenderme. Pasaron de insultarme a bajarme los pantalones, a hacer un pasillo para que todos/as pudiesen pegarme una colleja … y nadie se daba cuenta. La situación llegó al tal punto que empecé a autolesionarme. Me produje varios cortes profundos por los que podía haber acabado en un hospital. Solo quería morirme.
Un día, cansado después de tantos años, reaccioné. Un chico me llamó “maricón” y me di la vuelta para pedirle por favor que parase. Su respuesta fue que a la salida del instituto me esperaría con sus amigos para darme una paliza. No le di mucha importancia hasta que llegó el momento de volver a casa. Desde la puerta del centro vi como él y su grupo me esperaban y, junto a ellos, una aglomeración de personas. En ese momento, saqué el valor suficiente para ir al despacho de la jefa de estudio y contarle lo que estaba sucediendo. Sus palabras en lugar de tranquilizarme me pusieron más nervioso. Me dijo, textualmente, que algo había hecho yo para que me llamasen “maricón” y que si me pegaban fuera del centro ella no podía hacer nada. Estallé. Descargué todo lo que llevaba dentro dirigiéndome hacía ella con insultos.
La situación se calmó cuando otra profesora me sacó de allí. Le expliqué todo lo que había pasado y lo que vivía desde hace tiempo. Volvimos donde la jefa de estudio y esta me dijo que me iba a expulsar. En ese momento, la profesora que me había escuchado se dirigió a ella y le dijo que lo hiciese, pero que si mis padres o yo no denunciábamos al centro, lo haría ella, aunque se juagase su puesto de trabajo. La jefa de estudio reculó y me pidió perdón. No obstante, nadie hizo nada más.
Cuando me preguntan que si me costó salir del armario, nunca se que responder … fue el propio acoso el que me sacó. Yo no tenía que salir de ningún sitio, solo estaba descubriendo mi orientación sexual.
Ahora me doy cuenta de lo mucho que hubiese agradecido que alguien hubiese acudido al centro a dar una charla sobre el colectivo, saber y entender que no era el único. Por ello, me gustaría que se fomentasen este tipo de medidas para prevenir historias tan duras como la mía.
Estoy cansado de ver en las noticias casos similares, ver que agreden a personas hasta el punto de matarlas, simplemente por querer a personas de su mismo sexo, y que nadie haga nada. Las leyes LGTBI han avanzado mucho, pero salta a la vista que no es suficiente. Necesitamos leyes más duras y efectivas contra la homofobia existente hacia el colectivo LGTBI.
Ante esto, me dirijo a las y los miembros de la Asamblea de Madrid para que tomen conciencia de la situación y lleven a cabo las medidas necesarias para acabar con esta problemática.