Aún recuerdo que con 15 años y tras 2  de noviazgo con una chica, que a día de hoy es una de mis mejores amigas, decidí  que no podría seguir así. En primer lugar, le estaba haciendo infeliz a ella por no ser y darle todo lo que se merecía y, en segundo lugar, y no menos importante, me estaba engañando a mí mismo por no tener valor para decir que era gay. 

El miedo que tenía a dar el paso de “salir del armario” era inmenso. Ya no por mi familia, sino por lo que  iba a suponer eso en el entorno social de mi pueblo. Pasaría a ser la comidilla del pueblo. Al final, tuve el valor y me decidí. Pensé en mí y decidí apostar por empezar a ser yo mismo y a ser feliz de una vez por todas. 

Recuerdo aquel verano en el que le dije a mi familia lo que había. La verdad es que ellos ya se lo esperaban y me apoyaron desde el principio pero, como ya he mencionado antes, lo peor iba a ser el rechazo por parte de amigos y vecinos del pueblo. 

En el colegio tuve una época en la que mis antiguos compañeros no querían ir conmigo por el famoso “qué dirán” de los pueblos. Algunos profesores se llegaron a reír de mí e incluso se sumaban a las burlas. Todo esto pasó hasta el día que me planté y dije así soy y mostré mi orgullo frente a los prejuicios de los demás. 

Yo he tenido la suerte de tener una familia y muchos amigos que, aun viviendo en un entorno rural, siempre me han apoyado y defendido, pero no me quiero ni imaginar aquellas personas que no cuenten con este apoyo. Tiene que ser duro no, durísimo. 

Ser del colectivo LGTBI en las zonas rurales es mucho más complicado, ya que de repente, pasas a ser X persona a ser el “maricón” del pueblo.

¿Porqué es necesario la visibilidad del colectivo en las zonas rurales?

Porque a día de hoy, aún hay gente que no nos entiende. Que no entiende una realidad distinta a la suya. 

Porque salir del armario en las zonas rurales supone un cambio drástico no solo para ti mismo, sino también para toda tu familia. (“Sabes que el hijo de la mari es maricón…ya decía yo que se juntaba siempre con las muchachas, ¡que vergüenza!”).

Porque cuando se desfila reivindicando nuestros derechos, lo hacemos con colores porque por desgracia la vida del colectivo siempre ha sido grisácea.

Salir del armario, mostrarte tal y como eres, llevar una vida en pareja siendo homosexual, o nacer transexual en un pueblo pequeño o mediano no es nada sencillo; es mucho más difícil, desde luego, que hacerlo en una gran ciudad. De ahí la importancia de reivindicar la igualdad de las personas LGTB en el ámbito rural.

Porque no hay mayor LGTBfobia, que decir que tengo un amigo gay y  no es maricón. Porque también existe LGTBfobia dentro del propio colectivo y también tenemos que luchar contra ella.

Por todo ello debemos celebrar, debemos reivindicar que estamos aquí. Y por eso invitamos a todo el mundo, heterosexuales, lesbianas, gays, transexuales, bisexuales, intersexuales, queers, a unirse a esta fiesta por la diversidad y la visibilidad en las zonas rurales. Porque hay muchos derechos que conquistar, porque hay mucho camino que recorrer, y si lo hacemos juntos, el camino será más fácil y menos pesado.