Pregunta para Congreso de los diputados
Hace una semana acudí a la consulta de la psicóloga de la Seguridad Social y creo firmemente que hay que apostar de forma decidida por la salud mental con inversión y profesionales adecuados. ¡Actuemos!
Hola, soy Jaime y os voy a contar qué me ha pasado. Tras un poco más de dos meses de espera acudí a la consulta de la psicóloga de la Seguridad Social el pasado martes 12 de abril.
Al entrar comencé a contarle mi problema: Me cuesta mucho conciliar el sueño y siento que no descanso porque me paso las noches en vela pensando en varias cosas, la primera de todas en mi trabajo.
Le comenté que siento que no tengo tiempo para vivir y que estoy en un constante bucle (me levanto - trabajo - ceno - me acuesto). Ella me preguntó por mi horario y tras contestarle me dijo acompañado de un tono y unos gestos bastante fuera de contexto: "¿¡Y no tienes tiempo de hacer nada!? ¿Con ese horario? Yo es que no entiendo que es lo que quieres. Yo me tuve que hacer unas oposiciones."
Me quedé callado, sin saber qué decir ni cómo reaccionar. Continué hablándole de mi salario, a lo que me contestó: "Yo estuve cobrando el paro y me tuve que poner a trabajar en un sitio que cobraba menos que en el paro, y mientras me sacaba mis oposiciones. Es que para esto no se viene aquí, yo no se que es lo que quieres".
5 minutos en la consulta, no me había dejado terminar de hablar siquiera. En ese punto yo estaba a nada de romper a llorar, porque resulta que en el lugar donde todo el mundo te dice que debes acudir para buscar ayuda consideran que tus problemas, que llevas arrastrando durante más de 6 meses, son solo "tonterías".
Tras esto decidí levantarme de la silla y me dirigí hacia la puerta mientras le decía: "Bueno, pues siento mucho si le he hecho perder el tiempo" a lo que ella, ya en un tono algo más tranquilo, me dijo que me esperase y me sentase. Tonto de mi obedecí.
Me preguntó entonces por unos problemas concretos por los que acudí a consulta dos años atrás. Estos problemas en cuestión son con una persona específica, una cercana con la que tengo que convivir.
Le empecé a contar el origen de esos problemas, mi situación actual con esa persona y algunas vivencias que he tenido. Su respuesta, y cito textualmente: "Pues que hijo de puta". Hasta en tres ocasiones más repitió aquellas palabras, que estaban bastante más cerca de una conversación de bar que de ayudarme.
Por último tratamos algo que me lleva pasando desde hace mucho tiempo y de lo que me cuesta mucho hablar. Le comenté que en situaciones de mucho estrés pierdo los nervios y acabo golpeándome hasta llegar a dejarme marca. Le dije que esto llevaba tiempo sin pasarme pero el año pasado, en Navidades, el estrés y la angustia me pudieron. Me preguntó que cuantas veces me había pasado en lo que llevamos de año (4 meses) le dije que solo una o dos que recordase, a lo que me contestó: "A bueno, eso no es grave".
En este punto yo ya estaba visiblemente llorando, angustiado y empezaba a hiperventilar. Finalizó la sesión recomendándome un libro de autoayuda y dándome cita (telefónica) para junio.
Cuando salí de allí estaba mi madre esperándome fuera, me vio llorando e hiperventilando. Ella pensaba que la sesión había sido tan eficaz que me había solucionado muchos problemas; nada más lejos de la realidad. Yo solo recuerdo que le dije "Vámonos de aquí, no quiero volver más".
Esto es todo lo que soy capaz de recordar, tengo muchas lagunas de lo que fue la sesión, pero si recuerdo que salí con la impresión de que "Ya está, mis problemas no tienen solución. No merezco ser escuchado, me preocupo solo por tonterías, pero si son tonterías ¿por que me afectan tanto?"