Pregunta para Asamblea Regional de Murcia
Una Leucemia Linfoblástica Aguda B rompió mi sueño de ser madre. La única opción a la que puedo optar es la ovodonación ¿Por qué en estos casos la seguridad social no cubre este tratamiento de fertilidad?
Me llamo Jessica, tengo 36 años, y desde hace 6 uno de mis mayores deseos ha sido tener hijos junto a mi marido, Jose Luis, mi gran compañero de batalla. Un sueño que iba a comenzar a cumplirse el mismo día que nuestra vida cambió 360 grados, un giro totalmente inesperado. Tras años de lista de espera para realizar una fecundación In Vitro por la seguridad social, recibimos la llamada que nos informaba que el proceso de fertilidad se iniciaba. Era necesario hacerse una analítica de sangre, y ese mismo día, miércoles 13 de Mayo de 2020, al ver mis resultados, me llamaron para que los repitiese urgentemente porque alertaban de una anemia que podía requerir de transfusión.
El ingreso se produjo, solo tenía 5 g/dL de hemoglobina en sangre, y al día siguiente tras un aspirado medular el diagnóstico se confirmó: Leucemia Linfoblástica Aguda B. Mi primera pregunta, aunque muchos no han podido entenderlo, era saber si nuestro sueño podía seguir en curso. “- ¿La fecundación In Vitro? - Nada olvídate, hay que pararlo” A la semana siguiente tenía la primera sesión de quimioterapia, mi vida estaba en peligro y no había posibilidad de congelar óvulos, y todo por lo que habíamos luchado, esperado, ya no podía ser.
Es por ello que lanzo esta petición, para que las mujeres y sus parejas que pasamos por patologías que nos impidieron congelar óvulos a tiempo, tengamos la oportunidad de gestar a través de la donación de óvulos por medio de la seguridad social. Un tratamiento que actualmente solo se ofrece de forma privada y cuyo coste muchas economías familiares no nos podemos permitir.
Porque el cáncer no es solo sobrevivir, es tener que adaptarte a una nueva realidad en la que dejas de ser la persona que eras y la que querías ser. Mi salud está tocada, necesito de revisiones médicas periódicas con numerosos especialistas (hematólogo, ginecólogo, neurólogo, oftalmológo...) con motivo de las secuelas de los tratamientos y del trasplante. Hay que controlar la Enfermedad Injerto contra Huésped (EICH, es decir, la médula puede atacar a cualquier órgano del cuerpo al considerarlo como extraño) y que de momento me ha afectado a las glándulas lagrimales, las cuales ya no segregan lágrimas y tengo el ojo seco, además, tengo problemas de equilibro y propiocepción, necesito la ayuda de un bastón para caminar y no puedo conducir, lo que reduce considerablemente las opciones de reincorporación al mundo laboral, y por tanto los ingresos económicos que podrían ayudarme a cumplir mi ilusión de ser madre.
Es decir, con esto también pretendo dar visibilidad a nuestro mundo emocional. Cuando tú estado de salud se ve dañado y te quita todo, aún estando vivo, sientes que no has ganado, que no has alcanzado la victoria porque la lucha se ha llevado todo por delante, sientes haberlo perdido todo mientras ves que la vida de los demás continúa, y que ellos tienen un empleo e hijos que era lo que tú esperabas junto a tu pareja.
Esta es una reflexión para comprender cómo nos sentimos muchas mujeres que pasamos por esta situación sin tener que ser juzgadas, necesitamos empatía, porque muchas veces se invalidan nuestros sentimientos por encima del que estamos aquí.
“Estás viva”. Sí, y agradezco el seguir viviendo. Siempre comparto en mi perfil la importancia de la donación de médula para salvar vidas. De mostrar todo el desconocimiento que existe porque se puede llegar a realizar donaciones de médula con horas de transfusión de sangre, sin hospitalizaciones ni intervenciones en la gran mayoría de los casos.
Para mi marido y para mi, han sido años intensos en los que hemos llevado relativamente bien el diagnóstico porque nos dieron muchas esperanzas y no te quedaba tiempo para pensar. Ingresos, quimioterapias que te cambian el cuerpo, el cabello, las uñas, la piel, un trasplante, y la adaptación a este con todas las complicaciones que conlleva acudiendo de 3 a 4 veces en semana al hospital.
Cuando las citas disminuyen, es cuando te das cuenta de que toca volver a luchar para rehacer tu vida. Y en el ámbito personal, no quiero verme sentenciada a no ser madre por padecer un cáncer que no elegí y con ello sentenciar a mi marido. Por eso el sistema tiene que conocernos, ver que estamos aquí, porque tienen que ser conscientes que hay enfermedades que afectan a la salud reproductiva del país, y a la precariedad de muchas mujeres y sus parejas.