Mi nombre es María y soy una chica trans. En mi infancia me hubiera gustado tener más referentes en los que mirarme y poder autodeterminar mi género en cuanto supe que era una mujer sin ser cuestionada por nadie. Es cierto que la Ley Trans supone un paso hacia delante en cuanto a los derechos de las personas pertenecientes al colectivo, pero todavía tiene muchas carencias.

La desconfianza, los prejuicios y el estigma pueden dañar en gran medida a los niños, niñas y adolescentes generando traumas y otros problemas de salud mental, ¿cuándo permitiremos que los menores de 14 años puedan elegir su género sin ser cuestionados?

Actualmente la Ley Trans establece que “cualquier persona a partir de los 14 años podrá solicitar la modificación de la mención registral del sexo y su nombre. Entre los 14 y los 16 años, los menores deberán ser asistidos por sus representantes legales. Y, en caso de disputa, se nombrará a un defensor judicial. Los menores de 12 y 13 años necesitarán una autorización judicial, para lo que tendrán que promover un expediente de jurisdicción voluntaria asistidos por sus representantes legales”.

Esto no ayuda a la autodeterminación de los menores de 14 años. Hay voces críticas que denuncian que queremos “mutilar a los niños y niñas”, frente a esto quiero explicar que a los menores no se les mutila. A los niños y niñas trans no se les da ningún tratamiento hasta que no crecen y empiezan a desarrollar su cuerpo. Cuando comienzan a desarrollar partes como el pecho, los genitales, empieza a aparecer vello facial, se ensanchan los hombros, cambia la voz, etc. se les ofrece tomar “bloqueadores hormonales” para frenar temporalmente el desarrollo de partes del cuerpo con las que la persona no se siente identificada. Una vez tienen 18 años ya deciden si feminizar o masculinizar más o menos ciertas partes de su cuerpo, seguir con los bloqueadores hormonales o entrar a quirófano. Por lo tanto, a los niños y niñas trans no se les mutila en ninguna parte del mundo.

Yo empecé mi transición con 23 años, lo que ya había crecido no podía volver para atrás y eso siempre te crea mucha inseguridad y tristeza. Por eso ahora lucho para que los niños, niñas y adolescentes puedan modificar esto mucho antes para facilitar al máximo el proceso de transición y que tras unos años se vean teniendo el cuerpo que desean tener. 

Por otro lado, creo que faltan referentes trans. Cuando yo era pequeña me ponía las batas y vestidos de mi abuela, me gustaba ver a las princesas Disney e imaginaba que era una de ellas, aunque por falta de información y referencias nunca pensé que existía la opción de ser una persona trans. Iba creciendo y veía que mis amigas empezaban a desarrollarse y sentía envidia, no entendía porque a ellas les crecía el pecho y a mí me crecía vello en la cara. A pesar de esto, no empecé mi transición hasta los 20 años. Si yo hubiese sabido todo lo que ahora puedo saber a través de Internet y las nuevas tecnologías seguro que hubiese iniciado la transición mucho antes. 

Me siento afortunada, porque creo que he tenido suerte en mi proceso de transición. La Comunidad Valenciana, donde vivo, está bastante avanzada en cuanto a derechos de las personas trans. Solo tuve que esperar 8 meses para operarme cuando en comunidades vecinas deben esperar 8 años. De hecho, la espera para operarse cada vez es mayor porque personas de toda España vienen a empadronarse a Valencia para recibir una correcta atención. Este problema se solucionaría estableciendo un mínimo de operaciones para todas las comunidades autónomas y que haya un número obligatorio de cirujanos especializados en operaciones a personas trans.

Por eso desde aquí quiero pedir al Congreso de los Diputados formación para los profesionales, acceso a las operaciones en todas las comunidades autónomas y facilidades para que los menores sean capaces de autodeterminarse sin ser cuestionados ni juzgados.