La prostitución es una forma de violencia de género.
Yo no estoy de acuerdo con la regulación de la prostitución porque la prostitución es una forma de explotación que debe ser abolida y no una profesión que haya que reglamentar, porque es una forma de violencia de género.
Regular la prostitución legitima implícitamente las relaciones patriarcales y equivale a aceptar un sistema de subordinación y dominación de las mujeres, anulando la labor de varios decenios para mejorar la lucha por la igualdad de las mujeres.
Si reglamentamos la prostitución, integrándola en la economía de mercado, estamos diciendo que esto es una alternativa “laboral” aceptable para las mujeres y, por tanto, si es aceptable, no es necesario remover las causas, ni las condiciones sociales que posibilitan y determinan a las mujeres a ser prostituidas. Y la inmensa mayoría de las mujeres que ejercen la prostitución no lo hacen de manera voluntaria. Creo que la regulación de la prostitución como profesión refuerza la normalización de la prostitución como una “opción para las pobres”, y eso me parece inaceptable.
Nosotros pensamos que no hay que criminalizar a las prostitutas, sino poner encima de la mesa alternativas laborales para las mujeres, perseguir sin cuartel a los proxenetas y a las redes o mafias organizadas de trata de mujeres para la prostitución. Además de señalar socialmente a quienes “consumen” prostitución.
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