Su relato cuenta con mi admiración, y me pongo a su disposición para reunirnos
Estimada familia, su relato en pro de darle a Diego una vida plena y feliz cuenta con toda mi admiración. La situación que ustedes relatan es complicada, ya que tomar la decisión de tener que buscarle a Diego un luga donde poder ser atendido no debe haber sido fácil.
Debido a la importancia del asunto, creo que la mejor manera de poder atenderles es de manera pesonal, por lo que les ruego se ponga en contacto con las Oficinas del Grupo Parlamentario Popular en la Asamblea de Extremadura ( 924 383006 ) para que puedan contactar conmigo y así concertar una reunión, conocerles personalmente e intentar entre todos buscar el mejor futuro para Diego.
Un saludo
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Nuestra historia, la historia de cómo llegamos a ser la familia que busca “un punto y seguido”, comenzó hace doce años. Por entonces, sólo éramos una pareja de dos jóvenes. Pero eso duró tan solo unos meses, pronto conocimos a Diego. Diego era un niño de cuatro años con diagnóstico de autismo, que solo decía circulo (para que le dieran galletas enteras y no partidas), y cuya custodia tenía la Junta de Extremadura ya que sus padres biológicos no podían cuidarle. Enseguida nos enamoramos de él, y eso pronto se tradujo en la solicitud de ser familia colaboradora, para poder llevarlo a nuestra casa y ofrecerle vivencias y cuidados. La primera vez que le llevamos a nuestra casa, fue en el puente de diciembre de 2004. Lo que él aprendió en esos días, fue a decir /gombilla/ para pedir que quería estar con nosotros, porque le habíamos llevado a ver las luces de Navidad.
Lo que nosotros aprendimos fue saber qué significa ser padres; saber que nuestra vida iba a ser distinta y que en ella había un nuevo miembro del que nos íbamos a preocupar y ocupar para siempre. A partir de ahí, organizamos nuestros fines de semana y vacaciones para que estuviera el máximo tiempo posible con nosotros y disfrutara del mayor número de experiencias; la primera vez que vio la playa, ir a nuestro pueblo, conocer amigos y familiares, … La educación y cuidado de Diego estos años no fueron fáciles dada su particular forma de ver el mundo, pero el corazón tiene razones que la razón desconoce; y así, pasaros los años y llegó el día de nuestra boda en 2008, por supuesto Diego estaba, fue el encargado de llevarnos los anillos. Y, sí, aquí fuimos muy típicos y como después de las bodas vienen los niños, nos pusimos a ello. Y tras un año desde nuestra decisión, tuvimos dos hijos con cuatro meses de diferencia; Diego, con nueve años llegó el 23 de abril, y Julia nació en septiembre. Así, pasamos de papás de fin de semana, a padres a tiempo completo de familia numerosa. El primer arranque fue costosos, la adaptación a la nueva situación no fue fácil para ninguno de los tres, pero como cualquier otra familia que tiene un hijo con autismo, aprendimos que esto significa vivir en una montaña rusa; a disfrutar cuando vas hacia arriba y a coger fuerzas en las bajadas porque de nuevo hay que levantarse sin llegar a tocar fondo. A los tres años aproximadamente, tuvimos una crisis muy grande, nos preocupaba mucho algunos aspectos del desarrollo de Diego, algunos indicativos de que algo más podría estar asociado a su diagnóstico oficial, que eso conllevara actuar de otra manera distinta a la línea de tratamiento que estábamos llevando, las dificultades para conciliar la vida familiar y laboral… Estuvimos en contacto con el servicio de adopción, realizamos consultas a expertos en Madrid, etc. fueron muchas vueltas, mucha incertidumbre, muchas horas en blanco buscando respuestas…y solo nos quedó volver al principio, al origen por el que toda la historia comenzó, a la razón que solo sabe el corazón; no íbamos a dejar que Diego pasara por la vida, por la única vida que tenemos, sin que alguien le quisiera. Y aquí, nuestra historia tras un punto de inflexión, siguió con un punto y seguido. Con momentos buenos y malos, aprendiendo y adaptándonos mucho a todo lo que los dos peques a su manera necesitaban cada uno. Y llegó, hace tres años, nuestro tercer puntazo, Manuel, y nos convertimos en familia numerosa especial, especial según el libro de familia por número de hijos, pero muy especial en cuanto a familia; imagínese hacer planes para un adolescente, una niña de cinco años y un recién nacido, ja, ja, ja, difícil ¿verdad? Hemos aprendido mucho, sobre no tener apego al descanso, hacer horarios, planificar comidas, salidas, visitas, etc. Pero siempre siendo muy fieles a nuestro estilo, nos encanta ir juntos a todas partes.
Así, es como nos acercamos al momento actual, porque desde hace un tiempo, todos nuestros planes, horarios y estrategias de apoyo positivo, no funcionan, es como una continua elección, de esas imposibles donde siempre siempre tienes que perder algo; no puedes atenderles a los tres, tienes que elegir, ayudas a uno u a otro, pero no hay forma de salvar a los tres. Y por ello, con todo el dolor de nuestro corazón, pero siendo conscientes de que no tenemos otra opción para beneficiar a los tres, es buscar una residencia para Diego donde pueda vivir, con los cuidados que necesita en éste momento y que nosotros no podemos ofrecerle. Hemos dado el paso de comunicarlo a la Dirección general de Políticas Sociales, Infancia y Familia, donde nos atendido muy amablemente, pero sabemos que no vamos a tener una respuesta en los plazos en los que necesitamos para continuar esta historia con un PUNTO Y SEGUIDO. En estos momentos, Diego, salvo su jornada escolar, está siempre con uno de nosotros dos para evitar que comenta algún delito o se ponga en peligro él; no obstante, esto es temporal, no siempre podremos garantizar su seguridad y la de otros, porque está muy descontrolado. Julia ha sido diagnostica de diabetes hace tres días, escribimos esta carta desde el hospital. Tenemos tres hijos, dos con mucha necesidad de apoyo permanente y no es que no podamos ir de vacaciones o ir al parque igual que otras familias, es que no podemos asegurar que estarán bien, que física y psicológicamente tendrán lo que necesitan. Necesitamos una salida, y la única salida rápida que nos proponen es que renunciemos a la guarda y custodia de Diego, para que desde servicios sociales se encarguen de él; eso sería el PUNTO Y APARTE más doloroso de nuestra vida, vivir A PARTE de un hijo porque la burocracia, o los recursos, o lo que sea no permite que acceda a un servicio que necesita para poder seguir siendo parte de una familia que le quiere, y tener una vida plena y feliz a pesar de tener autismo o un trastorno de conductua.
Por favor, ayuda a nuestra familia a encontrar el PUNTO Y SEGUIDO, el punto en el que Diego puede ser atendido por especialistas, sin que deje de ser miembro de nuestra familia, y pueda venir y podamos ir a verle y que por muy lejos que esté siempre se sienta parte de su familia. Y que podamos traer a nuestra niña a casa, y podamos estar atentos a todos sus cuidados, cuidados que necesita para vivir.
Con toda nuestra esperanza e ilusión en que nos ayudará a encontrar EL PUNTO Y SEGUIDO DE NUESTRA familia, le agradecemos su ayuda.